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9 DE ABRIL DE 2012 | NO TODO ES CUENTO DE HADAS

El amor: un fracaso para jugar

El amor no es esta idílica, romántica e ingenua noción de los cuentos de hadas; éstos terminan antes de fracasar (fra-casar, justo después de casarse), en el éxtasis realizan “coitus interruptus de la felicidad” “Y vivieron felices para siempre” sino todo lo contrario.

Por Camilo Ramírez Garza
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“Mi esposa yo seguimos juntos, porque seguimos hablando, peleandonos y haciendo el amor”
Stephen King


Los cuentos de amor terminan antes de que empiece lo bueno, eso que se saben y expresan las evanescentes sonrisas cómplices de las parejas, sobre todo de las mujeres al ver el amor solo como un cuento “feliz”.
Si acaso el único cuento que muestra algo de las peripecias, laberintos y vericuetos del amor es “Shrek” llevada al cine por la casa productora DreamWorks. Si, el amor y su fracaso, es un sueño, también la pesadillas son un sueño, y como planteó Freud, también una realización de deseo. Recordemos que en lengua alemana, la palabra “Schreck”, antecedente metonímico de Shrek, significa terror, miedo espanto. Y si, todo amor y enamora-miento, produce una especie de espanto: ¿Qué voy a hacer con esto que siento? ¿Por qué me/te amas/o? ¿Qué es lo que (imagino) que tengo que hacer para responder/mantener/cuidar/poseer tu amor? Todo amor produce delirio: ¿Me quiere, no me quiere?, así como una situación cercana al secuestro y a la extorsión que demanda una exclusividad imposible, asfixiante: “¡Si dices que me quieres, deja de ver a tus amigos/as!” No por nada las artes se han referido al amor como “una enfermedad y locura incurables” (“El amor es una gran locura y el cura que lo cura, comete una gran locura”) como un destino marcado por la fatalidad (como Romeo y Julieta) el amor imposible, la pareja perfecta!!... perfecta porque no vivieron juntos, les pusieron la “puerta negra con tres candados!!!- se murieron justo en el éxtasis.
El amor es un fracaso para jugar ¿Por qué? Porque hay fallas, dificultades, problemas que irrumpen y muestran algo: en el amor hay fallas. Cuando me enamoro de alguien se produce algo parecido a Dar algo que no se tiene a alguien que no lo es (Jacques Lacan) Se ama algo en el otro que es más que sí mismo, es decir que es “Yo”, o algo compartido: amo algo en ti que incluso puede que tu no lo veas (o “no lo seas”) de ahí que muchas cosas que hagas o digas no se ajustan a esa idea/imagen/fantasía que supongo de ti (Toda suposición habla de la posición habla en algo de quien la refiere) frustrándome. ¿¡De quién carajos me enamoré entonces?! –se reclaman los enamorados, cuando descubren que sus imágenes no coinciden con el modelo, con la copia. (Eidos/Copia/Simulacro, órdenes platónicos) y entonces a partir de eso se inicia la procesión de reclamos y lamentos del estilo: “¿¡Por qué no podemos estar como antes?!” ¡Cuando comenzamos a salir todo era…! ¿Cómo se va a poder estar como antes, si antes no se conocían y no había cercanía, ni trato diario, no se conocían los pestes, los errores, las fallas de sí mismo y del otro, todo era perfecto, justo porque nadie conocía a nadie, no había el elemento incómodo de las diferencias (“Diferencias irreconciliables” ¿no es acaso una de las principales causales de divorcio? ) la cercanía…todo eso que va produciendo una suerte de desenmascaramiento del objeto: no es (en verdad) como lo que creía. ¿Y qué cosa –díganme- si es como uno lo pensaba, como lo imaginaba? En esa encrucijada puede que algunas relaciones se terminen, se enreden un poco más, o se suspendan en una pausa donde nadie se toca (del cuerpo, palabras, etc.) Que el amor no alcance las ganas para hacer algo con eso traumático y/o molesto del otro, quizás otras puedan encontrar las formas para jugar el juego del amor y desamor…jugar con lo estático de las imágenes románticas y con su desencanto tal cual lo muestran las películas de Shrek, en donde justamente las diferencias (anormales, feos, amorfos, etc.) producen rechazo de los demás y de sí mismo, constituyen eso mismo que hace lazo y síntoma amoroso, pues aquello que se ama del otro es también aquello que se odia, se participa del fracaso con horror y fascinación. Lo limitado es pensar que no se participa en cierta medida de lo que se odia/ama en el otro; de ahí que el poeta diga: “Te odio con la mitad del odio que guardo para mi” (Sabines).

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