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2 DE JULIO DE 2020 | SUBJETIVIDAD EN EL CONFINAMIENTO

Herramientas subjetivas en tiempos de indeterminación

Reflexionar en torno del contexto de época actual y nuestras posibilidades subjetivas me impone un repertorio de interrogantes nuevos.

Por María Cecilia Acosta
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¿Cómo pensar la producción de subjetividad en el tránsito por la situación de confinamiento? luego, en el marco del resquebrajamiento de las nociones de territorio y de tiempo desde la incertidumbre ¿qué posibilidades tenemos de resguardar la idea de futuro?

En primer término, pensar hoy la subjetividad, en tanto entramado singular y huella diferencial de nuestro paso por el mundo, requiere visibilizar algunos movimientos por los que se está transitando.
La situación de confinamiento actual es una medida de cuidado ante la pandemia global del Covid-19 que impone no solamente una escena de desvinculación con otros seres humanos sino además, existen una serie de declinamientos que resultan lesivos en términos subjetivos. En congruencia con ello, la pérdida de las rutinas ocupacionales se da como una pérdida significativa. Asimismo, otras instancias de intersubjetividad tales como los encuentros afectivos, de circulación amorosa de los lazos que ordenan la vida y nos permiten ratificar que no existimos de manera aislada sino que los contornos de la propia subjetividad toman como nutrientes a esos otros que nos componen.

El confinamiento activa la necesidad de hacer un trabajo de elaboración de las pérdidas, de duelo por esas porciones de nuestras vidas que circunstancialmente no se encuentran disponibles. El
aprendizaje de ceder para acceder es una operación vital en ese sentido. Es decir, si estamos aprendiendo a perder es en virtud del duelo como proceso evolutivo.

Nuestra normativa vigente (Ley 26.657) nos ayuda a comprender la fragilidad identificada en tanto conceptualiza la salud mental como un proceso que incluye en su composición diferentes elementos:
psicológicos, culturales, económicos, biológicos, sociales. Las condiciones de encierro perturban el desarrollo de cada uno de estos elementos. Entre las salidas que es posible vislumbrar ante el
avance de esta disolución transitoria de los vínculos y las escenas sociales que nos constituyen, la autogestión de la salud mental es una medida viable, en otras palabras: frente a la dificultad de
contar con un respaldo externo, nos tenemos a nosotros mismos.
El filósofo Friedrich Nietzsche consideraba que no hay hechos sino que hay interpretaciones.
Interpretar, elaborar un nuevo relato de la realidad del encierro es una medida que siempre es posible adoptar. Re-escribir lo que nos contamos de la realidad en un gesto que por ejemplo consiga
reponer el espíritu de la epojé de los griegos, al modo de un alto para dar espacio a la vida contemplativa y el cultivo del alma. A través de la puesta en valor de la pausa en tanto tiempo de
repliegue y redescubrimiento del devenir de cada quien se dibuja otra apuesta, se desoculta lo propio aprendiendo a sostener y revalidar los ritmos propios de crecimiento hacia la autonomía y la expansión subjetivas.
Otro aspecto subjetivo a señalar es la pérdida de las seguridades yoicas que provoca el panorama de incertidumbre. Nos inunda una indeterminación que lleva la marca de la ausencia de disponer de una
imagen nítida de la escena del futuro, siempre escenificada. Si miramos más a fondo, avanzar con la indeterminación es una acción ya conocida: nunca tuvimos certezas del futuro en función de su
cualidad de ser incierto, con esta premisa no me inclino a abonar una cancelación del mañana sino a marcar que nuestro futuro siempre inaprehensible nos restituye el presente, la temporalidad del hoy.
Si visitamos el pensamiento de Baruch Spinoza encontramos que las potencias, las posibilidades de una vida, son potencias para actuar. Tomando ese sesgo abro el juego a revalorizar el presente en
tanto único escenario para nuestros actos y por lo tanto única temporalidad en donde es posible devenir, que no solamente es un regalo sino además, una potencia.


María Cecilia Acosta, Psicóloga, Doctora en Psicología, Docente de Filosofía y Ética en la carrera de Terapia Ocupacional (UAI).

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