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17 DE JULIO DE 2009 | FILOSOFÍA Y PSICOPATOLOGÍA

Algunas consideraciones en torno al tema del suicidio

Frente al crecimiento actual de los casos de intento de suicidio y de suicidios logrados, sobre todo en lo que hace a las franjas etáreas más bajas, el tema vuelve a tomar relevancia en las distintas esferas filosóficas y científicas. Es por esta razón que nos parece imprescindible realizar un rastreo histórico acerca del debate sostenido a lo largo de la historia del pensamiento occidental, recorriendo para ello, los escritos de algunos exponentes significativos.

Por Sandra A. Gonzalez
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“Pero si “darse muerte” sigue siendo una expresión desafortunada,
no deja de implicar una pregunta verdadera:
¿la muerte, puede elegirse?.....
Elegir la muerte, no digo perder la vida….”

Jorge Jinkis (Jinkis Jorge. “Interpretación psicoanalítica del suicidio”. Revista Conjetural N* 10. Ed. Sitio. Agosto de 1986.)

Proponemos establecer dos etapas en el tratamiento del tema. Una primera etapa, referida al suicidio considerado desde el punto de vista filosófico -moral. Y una segunda etapa que tiene en su centro el punto de vista psicopatológico, en el que hace su aparición la descripción y el intento explicación de los mecanismos propios del sujeto que se ponen en juego, en los momentos previos al suicidio y que culminan en su intento o realización propiamente dicha.

Primera etapa: El punto de vista filosófico

Algunos filósofos griegos consideraban el suicidio como una “cobardía propia de la falta de hombría”. En el libro Fedón o del Alma, Platón (428 a.c. – 347 a.c.), transmite su pensamiento mediante el decir de Sócrates: “los dioses son los que cuidan de nosotros y nosotros, los humanos, somos posesión de los dioses…” Luego de esta afirmación, Sócrates le hace la siguiente pregunta a Cebes: “.. si alguno de los seres de tu propiedad se diera muerte a sí mismo, sin haber indicado tú que deseas que muera, ¿No te irritarías con él?, y si pudieras aplicarle algún castigo ¿No se lo aplicarías?” (Platón “Fedón o del alma”. Biblioteca la Nación Pag. 82. Ediciones Aguilar. 1966). Sócrates tenía la creencia que la obligación de darse muerte a sí mismo, es ilícito hasta que la divinidad envíe un motivo imperioso.
Por su parte, Aristóteles (384 a.c.- 322 a.c) .en su libro “Ética a Nicómaco” escribe: “Pero el matarse uno a sí mismo, por salir de necesidad y pobreza, o por amores, o por otra cualquier cosa triste, no es hecho de hombre valeroso, sino antes de cobarde.” (Etica Nicómaco. Libro Tercero. Cap V. Pag 77-78). Para este filósofo en el acto de suicidio se comete una injusticia contra la ciudad, razón por la cual, la ciudad lo castiga imponiéndole la pérdida de los derechos civiles.
A diferencia de los filósofos griegos, en el imperio romano el suicidio era consentido y hasta considerado un acto honroso, es por esta razón que los romanos admitían razones legítimas para su práctica. Enmarcado en la doctrina filosófica del estoicismo, Séneca (4-65) al recibir la noticia de que sería ejecutado por orden de Nerón, se dirige a su esposa, quien ya había decidido morir con él, diciéndole: “Yo te había mostrado los encantos de la vida; tú prefieres el honor de morir; no me opondré a tal ejemplo; sea igual entre nosotros la constancia de un fin tan generoso, pero en él tú consigues la mayor gloria.” (Tácito Cayo Cornelius. La muerte de Séneca. Pag. 3)
En la Edad Media, el suicidio era penado por las leyes religiosas. Un representante de esta época que se alzó contra las prácticas de muerte a mano propia fue, Santo Tomás de Aquino (1224-1274). Para él, el suicidio, era un pecado mortal contra Dios y un acto de vehemente repulsión moral. En su libro “Suma Teológica” escribe: “… el que alguien se dé muerte va contra la inclinación natural y contra la caridad por la que uno debe amarse a sí mismo; de ahí que el suicidarse sea siempre pecado mortal por ir contra la ley natural y contra la caridad…” (Santo Tomás de Aquino. “Suma Teológica”. (III, Parte II-II a, C.64 a.5, pp. 533-535)

Segunda Etapa: La coexistencia de concepciones

  • Otras consideraciones filosóficas
    Hacia fines de la Edad Moderna aparece un filósofo escocés llamado David Hume quien escribe “Sobre el Suicidio” una obra publicada póstumamente y en la cual sostiene que el suicidio no es un pecado ni una ofensa contra Dios, sino que el suicidio es moral. “Si el disponer de la vida humana fuera algo reservado exclusivamente al Todopoderoso, y fuese un infringimiento del derecho divino el que los hombres dispusieran de sus propias vidas, tan criminal sería el que un hombre actuara para conservar la vida, como el que decidiese destruirla.” (David Hume. “Sobre el suicidio”)
    En el siglo XIX, el filósofo alemán Schopenahuer afirma que: “el suicidio, lejos de negar la voluntad de vivir, la afirma enérgicamente. Pues la negación no consiste en aborrecer el dolor, sino los goces de la vida. El suicida ama la vida; lo único que le pasa es que no acepta las condiciones en que se le ofrece.”
    Siguiendo estas afirmaciones, su predecesor, Friedrich Nietzche, considera a la muerte como un acto de libertad humana. Escribe “Morir con orgullo cuando ya no es posible vivir con orgullo… Se debería, por amor a la vida querer la muerte de otra manera…”… “El pensamiento del suicidio es un consuelo poderoso. Ayuda a pasar bien más de una mala noche.” (Friedrich Nietzche. “Más Allá del Bien y del Mal” Editorial Porrúa. México, 1999)

  • Consideraciones psicopatológicas
    “En 1838 Esquirol relaciona la reacción suicida en el estudio de la patología mental, hace de ésta reacción un sistema psicopático, (angustia creciente, impulsividad, inestabilidad afectiva, ambivalencia y valorización del significado y sentido de la propia muerte) (Dra. Valle María del Carmen. “Historia del suicidio”. Curso Virtual de Urgencias en Salud Mental (AASM) Clase N* 5. Año 2009)
    Con estas consideraciones, el tema del suicidio hace su aparición en el campo de la psicopatología.
    Por su parte el psicoanalista Sigmund Freud, se refiere al tema en varios pasajes de su obra. En su texto Psicopatología de la Vida Cotidiana refiere: “…la tendencia a la autoaniquilación está presente con cierta intensidad en un número de seres humanos mayor que el de aquellos en que se abre paso. Las lesiones infligidas a sí mismo son, por regla general, un compromiso entre esa pulsión y las fuerzas que todavía se le contraponen, y aun en los casos en que realmente se llega al suicidio, la inclinación a ello estuvo presente desde mucho tiempo antes con menor intensidad, o bien como una tendencia inconciente y sofocada.” (S. Freud. “Psicopatología de la Vida Cotidiana”. El Trastocar las Cosas Confundido. Tomo 6. Amorrortu. pág.177 a 180. Año 1901)
    Ya en 1934, en su escrito Moisés y la Religión monoteísta, afirma que: “Entre los neuróticos hay personas en quienes, a juzgar por todas sus reacciones, la pulsión de autoconservación ha experimentado ni más ni menos que un trastorno (Verkehrung}. Parecen no perseguir otra cosa que dañarse y destruirse a sí mismos. Quizá pertenezcan también a este grupo las personas que al fin perpetran realmente el suicidio.” (S. Freud. “Moisés y la religión monoteísta” La técnica psicoanalítica. Tomo 23 pág. 180-181. Año 1934-38)
    Karl Jaspers en su libro “Psicopatología General”, también intenta acercarse a un esclarecimiento posible del tema desde una mirada más optimista. Refiere que: “todos los estados melancólicos están caracterizados en su pronóstico por el peligro del suicidio” Asegura que “ese pronóstico es suprimido sólo por un tratamiento hospitalario concienzudo.” (Karl Jaspers. “Libro de Psicopatología General “. Apéndice apartado- El pronóstico a) Peligro de vida Pág. 922. 1ra edición 1913)
    En el año 1962-63 dentro del marco de su enseñanza el psicoanalista Jaques Lacan en su seminario 10, se refiere al sujeto melancólico en los siguientes términos: “No es por nada que el sujeto melancólico tenga semejante propensión, siempre cumplida con fulgurante, desconcertante rapidez, a tirarse por la ventana…..La ventana, en la medida en que nos recuerda el límite entre la escena y el mundo, nos indica el significado de un acto por el que, en cierto modo, el sujeto vuelve a esa exclusión fundamental en la que se siente, en el momento mismo en que, en el absoluto de un sujeto, absoluto del que sólo nosotros, los analistas, podemos tener una idea, se conjugan el deseo y la ley....” (J. Lacan. “Seminario 10” Ed. Paidós. Pág. 128)

    A modo de conclusión

    En los apartados “El punto de vista filosófico” y “Otras consideraciones filosóficas”, hemos puesto de relieve algunos de estos interrogantes, a saber, ¿A quién pertenece nuestra vida? ¿Al Estado, como enunciaba Platón en su Ética a Nicómaco? ¿A Dios o a los dioses, como lo hacían Santo Tomás de Aquino y Aristóteles, respectivamente? En el suicidio o en su intento, ¿se trata de honor, de valor o cobardía? ¿Es un pecado mortal? ¿El suicidio es una cuestión moral? ¿Afirma la voluntad de vivir? ¿El pensamiento de la muerte alivia a los seres como un consuelo?
    Más allá de estas preguntas, recogimos en el apartado “consideraciones psicopatológicas” la entrada del tema al campo de la psiquiatría, la psicología y el psicoanálisis. Según algunos de estos autores, la inclinación al suicidio puede estar presente en el Icc mucho antes de realizarlo y se puede prevenir el peligro del suicidio con un tratamiento hospitalario. En este punto nos surge la pregunta ¿El suicidio es potencial para cualquier individuo o sólo para alguno de nosotros?, ¿Se puede realizar una generalización en torno al tema o sólo hay en ello una cuestión ética que atañe al caso por caso?
    Como dijimos anteriormente en la actualidad el debate acerca del tema abordado, cobra vital importancia a raíz del incremento en las estadísticas de casos de intento de suicidio o de suicidios logrados en las distintas franjas etáreas, sobre todo en las más bajas. Existen aún hoy los debates morales y éticos que ponen a cada profesional de la salud mental ante la decisión de qué hacer, en los casos que se le presentan en una guardia hospitalaria. Se le presenta también a quienes plantean la muerte asistida como un derecho. A los sociólogos, filósofos, psicoanalistas, juristas y profesionales de otros campos, que procuran pensar la época teniendo como objetivo descubrir las variables que hacen al incremento de las estadísticas mencionadas.
    El presente trabajo ha intentado aportar elementos históricos al debate aún candente sobre el tema, dejando abierta la pregunta que tomamos en el epígrafe. La hemos tomado del psicoanálisis, pero son variadas las disciplinas que hoy siguen formulándola. Esta pregunta es: “¿la muerte, puede elegirse?”


    Sandra A. Gonzalez. Psicoanalista. Miembro de ANUDAR Asociación Civil. Integrante del Equipo de Púberes y Adolescentes del Servicio de Hospital de Día del Hospital “Dra. Carolina Tobar García”. Integrante del Módulo de Cine del Departamento de Estudios Psicoanalíticos Sobre la Familia-Enlaces de la Escuela de Orientación Lacaniana. Integrante del Equipo de Profesionales de la Institución Sendas Psicoanalíticas.

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