“El padre empieza a convertirse en un objeto, y sobre todo simplemente en un objeto de historia, cuando se ve destruida determinada realidad histórica de los padres: el poder con el que han sido investidos durante milenios.”
Contratapa:
El discurso sobre “la declinación del padre” se ha vuelto un lugar común. Este diagnóstico sobre la falla de la función paterna se lleva adelante en nombre del psicoanálisis, que supuestamente establece los alcances de las funciones simbólicas vitales para el psiquismo humano y su desestructuración actual. El alza del poder terrible de las Madres pondría en peligro la correcta travesía del Edipo.
La tarea del psicoanálisis es sobre todo interpretar este discurso angustiado, invirtiendo los términos del problema. El Padre es una construcción histórica, solidaria de las formas tradicionales del dominio masculino que asegura a los padres el monopolio de la función simbólica. Esta figura patriarcal, en crisis desde principios de la modernidad, está cediendo el lugar, en las sociedades democráticas actuales, a nuevas disposiciones de las relaciones de parentalidad. Pero el fin de un Padre, el del patriarcado occidental, es el fin de un mundo, no el fin del mundo. Las formas de devenir – sujeto y el ejercicio de las funciones del padre que participan en él son históricas y constituyen el lugar de relaciones de poder entre los sexos.
Este cambio de perspectiva no es pensable sin un nuevo examen crítico de las construcciones de Freud y de Lacan sobre el padre. A esta tarea se encomienda Michel Tort, quien con rigor y agudeza no exenta de ironía, establece las bases de una historia positiva de la paternidad, dejando de dar vueltas nostálgicamente alrededor del relato edificante de una declinación permanente. Se trata de discernir los nuevos modos de parentalidad, relacionados con los nuevos aportes de género y de sexo, y de rever los postulados, a veces críticos, que se formulan desde el interior mismo de la teoría psicoanalítica.
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