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22 DE ABRIL DE 2008 | “OBJETO” DEL ANÁLISIS “DE” NIÑOS

El juego de transferencia

Es posible plantear la problemática del objeto en la transferencia analítica entorno a la pregunta ¿Cómo poder describir esta transformación del discurso de un análisis en objeto? Este planteo implica ir de la representación a la ausencia de representación y producir la ausencia de representación como objeto (a), es decir, que "a" sustituye el conjunto de representaciones y produce la sustitución de exterioridad sin representación, lo cual es diferente a tratar de representar la ausencia.

Por Lic. Omar Daniel Fernández
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Teniendo en cuenta la definición de transferencia que Freud da en Interpretación de los sueños Cap. VII, “Psicología de los procesos oníricos”- La realización de deseos-, podemos decir que el analista, aparece concernido en el lugar mismo de la ausencia de representación (representación inconsciente para Freud, que es muy distinto a sostener que falta una representación ya que la ausencia de representación, es en la representación no por fuera de ésta), pero a su vez éste es el punto de máxima resistencia en la transferencia -la transferencia, para Freud, es resistencial-, y es precisamente ahí donde se va a ubicar la operación analítica como función de la interpretación en este doble sentido del genitivo, -diferenciando lo que se entiende clásicamente como interpretación de aquello que sitúa a la interpretación en tanto operación analítica que ubica al analista como instrumento de esa transferencia-.

Esta función de la interpretación indica por un lado, aquello que hace a la operación transferencial en cada caso y por otro lado, que la misma está determinada por la modalidad en que se produzca el corte en acto entre el sujeto y el Otro; de acuerdo a esto es posible afirmar que el estilo de este corte es el deseo del analista. Desde esta perspectiva podemos decir que las consecuencias de la interpretación implican la disolución del sentido de los síntomas, la disolución de la satisfacción libidinal de la significación, y que el analista va a producir esa disolución a partir de la operación transferencial que se realiza “en” y “con” el lenguaje, produciendo la conmutación de la lengua de ese análisis en un objeto singular. Este es todo el proceso de la operación analítica a partir del descubrimiento de lo Inconsciente por Freud y la interpretación lacaniana de las consecuencias de este descubrimiento. Podemos establecer entonces -junto con Carlos Faig-, que el objeto de la operación analítica no es directamente simbolizable. La simbolización que opera, cuestiona la existencia misma de la lengua en términos comunicacionales. El objeto cuestiona la existencia de la lengua en su conjunto en términos comunicacionales, el análisis va en un sentido contrario a la comunicación en la lengua pero en la misma dirección, (piénsese esta metáfora en términos vectoriales).
¿En qué consiste entonces la operación transferencial? La operación transferencial consistiría en ubicar la operación misma del corte entre el sujeto y el Otro y en este sentido, precisar y delimitar, estas dos hipótesis formuladas por Lacan: “Lo Inc. es el corte en acto entre el sujeto y el Otro”, y “El analista forma parte del concepto de Inc.”, lo cual nos llevaría a definir la operación transferencial en los términos mismos en que la modalidad discursiva singular producirá la construcción de esta relación de corte. Al mismo tiempo es la producción del corte en acto lo que va a constituir a lo inconsciente en cuanto tal en un sentido performativo-transferencial en la producción de esta operación. La transferencia especificaría, de esta manera, la particular relación libidinal que permitiría la constitución de la subjetividad específica de acuerdo a la modalidad de retorno de la falta en juego, es decir, de acuerdo a como el organismo es perdido por el cuerpo a través de la operación que el significante ejerce y ejecuta en él y sobre él.

Plantear la operación libidinal en estos términos implica ubicar al analista formando parte del concepto de Inc. en una relación de identidad entre analista e Inc. como hecho preformativo-transferencial.
Con esto quiero decir que este planteo nos lleva a situar la transferencia en términos de la constitución de la relación libidinal, y la relación del goce del cuerpo. En este sentido se puede plantear que el lenguaje de un análisis en su conjunto no es distinto del objeto y que el objeto implica la conmutación de ese lenguaje en su conjunto. Desde este punto de vista podemos afirmar que el S.s.S., implica al lenguaje de un análisis en su conjunto como des-ser del S.s.S., pero este es un planteo en el plano lógico de lo general. Ahora si pensáramos únicamente la transferencia en el plano de lo singular en términos de S.s.S., el campo quedaría -si somos estrictos-, reducido al análisis de las neurosis ya que tendría que haber para que esto se verifique: Nombre del Padre, fantasma, asociación libre, etc. pero si esto fuera así ¿qué pasaría con las locuras, las llamadas patologías borders o trastornos narcisistas no psicóticos o los llamados “inclasificables de la AMP”, los niños, las perversiones, las psicosis, las adicciones, las psicosomáticas, etc.? Este planteo sería erróneo en dos sentidos, en primer lugar al plantear lo correspondiente al plano de lo general en el plano singular, y en segundo término confundir un planteo lógico con la lógica transferencial singular que cada caso plantea. Este error muy común por cierto en la A.M.P. lleva a plantear una clasificación de “Inclasificables” en lugar de plantear un diagnóstico transferencial, -tema por otro lado planteado por Lacan pero no desarrollado-.

Podemos decir entonces que en esta determinación del analista como presencia en la operación transferencial, el analista forma parte del concepto de Inc. en tanto performativamente como presencia forma a lo Inc. en cuanto tal, por esto mismo no hay Inc sin presencia del analista, ni transferencia sin presencia del analista; éste es el sentido que Lacan afirme en la Proposición del 9 de Octubre 1967 que en todo análisis la transferencia está de entrada.

Si esto es así, tendríamos que poder situar cómo opera la palabra para que sujeto se constituya en cada transferencia en cada análisis, cuando una cura se produce o bien en el caso en que no se produzca, respecto del lugar que el analista ocupa o no ocupa en la transferencia, ya sea si permite o no el hecho de ser tomado como instrumento de la misma. Desde este punto de vista clínico es posible situar el valor de la constitución subjetiva con relación a la operación transferencial, en tanto es discursiva.

Lo que intento situar es poder precisar que el género de real al que tenemos acceso genera la suposición correspondiente. En este sentido, la transferencia definida como S.s.S. constituye un planteo general de la noción de transferencia, y digo general porque determina que lo Real que genera la suposición correlativa del S.s.S. Planteado en la forma gráfica, podríamos decir que si lo Real genera la suposición específica, es a condición de quebrar la posibilidad misma de representación, con lo cual el sujeto se constituye en términos de supuesto. Este es el valor clínico que puede conectar la teoría de los cuatro discursos con la noción de transferencia como S.s.S., pero a condición de prescindir de la noción de intersubjetividad ya que la relación de intersubjetividad para Lacan, consistía en la relación que se establece entre el $ y el Otro pero si el objeto viene al lugar del Otro entonces el Otro deja de existir, al no tener representación y a su vez, el sujeto al no tener representación, sigue la vía de quedar supuesto.

En este entrecruzamiento tendríamos que poder precisar que entendemos por sujeto en la articulación de las dos definiciones situadas por Lacan, en las llamadas Neurosis, Psicosis, Perversiones, en la infancia, etc., y si esto no fuera factible, -a mi entender-, no habría posibilidad de analizar ya que no podría precisarse que se entiende y que valor tiene el estatuto de lo Inc. como corte en acto entre el $ y el Otro en tanto que el analista como presencia es condición para que lo Inc. acontezca como tal en el sentido analítico del término.

Voy a tratar de aclarar esto que estoy diciendo. Si pensamos en el análisis “de” niños ¿Qué suposición hay ahí en juego? Cuando el juego queda interrumpido como consecuencia de la aparición de la verdad de los padres que irrumpe en él, el niño puede quedar situado en el lugar de la Verdad del goce sexual de los padres, pero el niño no tiene responsabilidad respecto del valor de verdad de su palabra, ya que su lugar como niño quedará determinado por la posibilidad que tenga de quedar constituido con relación al juego en tanto éste se funda circunscribiéndose respecto de esta verdad en juego que queda excluida, es decir, que esta exclusión de la verdad constituye el campo de juego que da existencia al niño en cuanto tal. Si la verdad queda fuera de juego entonces el niño se ubica con relación a los padres respecto del amor y no del goce. Se ubica con relación al amor, al amor de los padres en el doble sentido del genitivo, es decir, el amor de los padres hacia el niño en lo que hace a la posición respecto de la relación sexual que no existe y como adviene el niño como sujeto efecto de esa relación y por el otro lado el amor del niño hacia los padres y en este sentido como el amor para Lacan consiste en dar lo que no se tiene a quien no lo es, el niño -como bien nos recuerda Fukelman-, a través del amor, “da a los padres la posibilidad de tener hijos”; esto anticipa su ubicación respecto del complejo de castración.

Por otro lado, si analizamos la relación “Infancia-Juego” podemos afirmar que la infancia es una suposición, es una suposición respecto de la existencia del niño con relación al juego, en tanto el juego hace existir al niño en cuanto tal. Si recordamos el juego del Fort-Da, el nieto de Freud juega con el carretel, sin embargo es Freud quien interpreta a ese juego como el juego del Fort-Da, pero además interpreta que ese juego ubica al niño en una posición respecto del amor de los padres situando con relación a la ausencia de la madre. Esta interpretación produce, engendra y origina la existencia de una suposición.

Freud, interpreta la existencia de una suposición, -que la interpretación genera de manera performativa-, que determina la existencia de una alternancia (Fort-Da) y le da un sentido, un sentido a esta alternancia que consiste en una relación presencia-ausencia e implica una separación respecto de la madre, es decir, del niño con respecto a la madre y viceversa pero el punto central es que esta separación queda mediatizada por un objeto puesto en juego que se articula a la Demanda materna. En este sentido podemos significar la relación del objeto parcial con el juego, pero además es necesario una interpretación externa al juego que legalice al juego como tal y esta interpretación viene del padre de la madre, del padre que la madre introduce, con su ausencia; un corolario de esto es la imposibilidad de la madre de ausentarse que se encuentra en el centro de la estructuración de las psicosis.
Si en el análisis “de” niños la transferencia se sitúa en términos de la constitución de “un juego de transferencia” , (en el doble sentido de la expresión), la primera suposición fuerte es que hay infancia, que en la infancia el juego produce al niño (ver el planteo de Lacan en la nota Nº 5, a pie de página) pero además la infancia como escena se monta sobre la realidad antropomórfica, y en este sentido podemos decir que la articulación, el montaje de estos elementos constituyen la suposición en juego. Se podría agregar que si bien es una suposición, ésta no lo es en el sentido común del término, es decir, no es que el analista cuando atiende a un niño suponga que el niño es un niño, sino que esta suposición en tanto montaje sitúa el lugar que encarna el analista respecto del juego que produce un niño, en tanto el juego lo produce y el niño juega en esta producción. Esta producción encarna la constitución subjetiva una relación significante que es una relación respecto de la sexualidad que el niño tendrá necesariamente que atravesar con relación a los padres (lo cual implica la articulación del complejo de Castración con la fantasía de castración) para poder llegar a decir post-puberalmente que “pasó a mayores” .

Si analizamos lo que Lacan dice en la lección del 12/2/64, cuando él sitúa que en el juego las “descargas placenteras desde el punto de vista del principio de placer” son consecuencias de que la realización del significante nunca podrá ser “lo suficientemente cuidadosa en su memorización como para llegar a designar la primacía de la significancia como tal” esto significa que “desarrollarla variando sus significaciones”, sería en principio apartarse de ella, en apariencia, sin embargo esta variación hace olvidar la meta de la significancia transformando su acto en juego. Esto además nos muestra que el juego es consecuencia del olvido del significante para designar la primacía de la significancia en cuanto tal. Lo cual indicaría como corolario la imposibilidad estructural de la interpretación en el análisis “de” niños y el por qué la interpretación corta el juego y produce angustia ya que llevaría a situar la imposibilidad misma de este olvido cortando la posibilidad de descargas placenteras desde el punto de vista del principio del placer. Dicho de otro modo, toda interpretación en tanto es interpretación de la sexualidad, -en el doble sentido del genitivo-, introduciría una vedad del goce sexual que necesariamente debe estar excluida del juego para que el juego quede constituido como tal (se puede consultar al respecto el artículo de Marta Beisim “Juegos de Transferencia: La personificación y el equívoco en el análisis de niños” en la Revista Redes de la letra Nº 7, Bs. As- Argentina, Noviembre de 1997).

En segundo lugar, Lacan refiriéndose al hecho de la repetición que Freud capta en el juego de su nieto, sitúa que el fenómeno de desaparición de la madre -que Freud describe-, es secundario respecto de lo descriptivo pero no en el sentido de lo que Lacan llega a afirmar en tanto el dice que esta: “hiancia introducida por la ausencia dibujada, y siempre abierta, queda como causa de un trazado centrífugo donde lo que cae no es el otro en tanto que figura donde se proyecta el sujeto, sino ese carrete unido a él por el hilo que agarra, donde se expresa qué se desprende de él en esta prueba, la automutilación a partir de la cual el orden de la significancia va a cobrar su perspectiva. Pues el juego del carrete es la respuesta del sujeto a lo que la ausencia de la madre va a crear en el sendero de su dominio, en el borde de su cuna, a saber, un foso, a cuyo alrededor sólo tiene que ponerse a jugar al juego del salto”. Él marca esta automutilación como la causa “a partir de la cual el orden de la significancia va a cobrar su perspectiva.”, y en este sentido el juego crea al niño en tanto es la respuesta “del sujeto a lo que la ausencia de la madre va a crear en el sendero de su dominio, en el borde de su cuna, a saber, un foso, a cuyo alrededor sólo tiene que ponerse a jugar al juego del salto”, esto es, que el salto será el apuntalamiento “en” la realidad y “de” la realidad vía recuperación del principio de placer a través del juego, pero además esta ganancia de placer directo implica la constitución del montaje que referimos (juego-infancia / amor de los padres-Castración) que haría a lo que llamaremos “El Jugar”.


Esto no es otra cosa, más que la afirmación respecto del significante en aquello que no llega a cubrir, es decir, en “designar la primacía de la significancia como tal” lo cual significa que la afirmación consistirá en “desarrollarla variando sus significaciones” , entrar en el juego del lenguaje, que el lenguaje posibilita en cuanto tal.
En este sentido Lacan dice que: “Es la repetición de la partida de la madre como causa de una Spaltung en el sujeto -superada por el juego alternativo fort-da, que es un aquí o allá, y que sólo busca, en su alternancia, ser fort de un da, y da de un fort. Busca aquello que, esencialmente, no está, en tanto que representado -porque el propio juego es el ¿Qué pasará con la Vorstellung cuando, de nuevo, llegue a faltar ese Repräsantanz de la madre -en su dibujo marcado por las pinceladas y las aguadas del deseo?
Yo también he visto, con mis propios ojos, abiertos por la adivinación materna, al niño, traumatizado de que me fuera, a pesar del llamado que precozmente había esbozado con la voz, y que luego no volvió a repetir durante meses enteros; yo lo vi, aún mucho tiempo después, cuando lo tomaba en brazos, apoyar su cabeza en mi hombro para hundirse en el sueño, que era lo único que podía volverle a dar acceso al significante viviente que yo era desde la fecha del trauma.”. Hay aquí dos observaciones importantes, en primer lugar la repetición de la partida como causa de la Spaltung entre el sujeto y el Otro (recuerden en esto la dimensión de la definición de Inc. que da Lacan en el Congreso de Boneval como corte en acto entre el sujeto y el Otro) pero a su vez sitúa que el juego alternativo del fort-da en, su búsqueda de la alternancia constituye la superación de esta Spaltung.

Si leemos superación como el tercer tiempo del momento dialéctico, se ubica necesariamente la afirmación y negación, este el movimiento mismo que Lacan asienta en términos de la Bejahung y la Ausstossung aus dem ich, para la constitución de los juicios como sitúa Freud en “la Negación”, pero además Lacan dice que el juego busca en este sentido en tanto Repräsantanz de la Vorstellung, busca aquello que no está en tanto representado. Si el juego es el Repräsantanz de la Vorstellung, es lo que abre el lugar para que el objeto parcial entre en juego ligado a la Demanda. Hay que recordar, que Lacan definía a la pulsión no sólo como un montaje (tal como la desarrolla en este Seminario al que me estoy refiriendo) sino como la relación: $ <>D. Es relevante destacar al respecto que la definición posterior que da Lacan del concepto de pulsión como: “un eco en el cuerpo del hecho de que hay un decir”, - a lo que agregaría-,“en juego”, lo cual nos lleva necesariamente a situar el pasaje del juego de la infancia a la constitución de la fantasía, -muy freudiano por cierto-, respecto del corte que produce “sobre” y “en” el cuerpo la operación de castración, resituando la relación del sujeto con el lenguaje en tanto su posición con relación a la verdad y el Saber, reubicándolo respecto del lenguaje en su conjunto, es decir, el sujeto se reposiciona con relación al goce del lenguaje. De aquí su responsabilidad respecto de la relación que existe entre la palabra y sus efectos sobre el cuerpo.

Lic. Omar Daniel Fernández. Psicoanalista y Supervisor clínico. Miembro titular de la Asociación Argentina de Profesionales de Salud Mental (AASM).Ex Miembro del Equipo de Psicoanálisis del Hospital Municipal de San Isidro. Ex Supervisor Clínico de la Red de Talleres y Acompañamiento Terapéutico del Hospital Municipal de San Isidro. Ex Supervisor Clínico del Servicio N° 11 del Hospital José T. Borda. Ex Coordinador de Programa de Cultura y Psicoanálisis de la Facultad de Psicología (UBA).

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