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10 DE MARZO DE 2008 | EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO

La Operación Poética

En la obra de Freud y de Lacan la función del poeta adquiere, indiscutiblemente, un lugar esencial, la posibilidad de ejercer el manipuleo de las palabras como lugar simbólico específico, establecido desde el Otro, no es algo que escape a la enunciación y la práctica de la teoría psicoanalítica. El tratamiento analítico es un tratamiento poético si pensamos a la poesía como la factibilidad de hacer algo nuevo con las palabras.

Por Pablo Fridman
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No es otro el sentido griego de la palabra poiesis, traducida habitualmente como creación. Sabemos que en psicoanálisis la creación siempre es develamiento.

En el lenguaje la invención poética no es solo una mera posibilidad, sino que es la necesidad misma del idioma para mantenerse vivo, cuando no hay recreación la lengua es lengua muerta, no hay posibilidad de reformulación y emergencia de nuevas palabras, todo lo que se dice en una lengua muerta tiene carácter referencial, porque ya fue dicho.

Crear no es otra cosa que poder atravesar la consistencia del Otro en los Ideales que lo sostienen, ir mas allá del Otro, pudiendo servirse de él.

La función poética

Ya desde la lingüística, lo poético está referido a lo particular. Poética es para Ducrot y Todorov simultáneamente "toda teoría interna de la literatura", y (llamativamente) "la elección hecha por un autor entre todas las posibilidades literarias" y ejemplifica con "la poesía de Víctor Hugo, etc...".Luego, en forma mas contundente dicen: "el objeto de la lingüística es la lengua misma; el objeto de la poética es un discurso". Se trata, entonces, de lo particular del autor, de aquel que enuncia un discurso y se apropia de él como su generador, la poética tendrá ese rasgo de lo particular imposible de discernir y solo concebible como efecto de lo que fue creado, lo que es singular y único. Por otra parte, por su carácter estructural parece definir a lo que llaman "teoría interna", como un articulador de toda creación literaria.

En Psicoanálisis lo único remite al Uno que totaliza, a una Unidad que por sí misma no puede sostenerse sino a costa de suturar su falla, y siempre en forma provisoria y endeble. Lo único es una ilusión, por eso es el sujeto neurótico que se cree único en su síntoma y dueño de sí. Pero en eso que se enuncia como compartiendo rasgos comunes, se discierne una diferencia que es capital: la función poética de la lingüística no es privativa de los autores literarios, sino que a veces se lee en las vidas cotidianas.

En una Conferencia publicada en 1960, llamada “Lingüística y Poética”, Roman Jakobson define que “el objeto principal de la poética es la differentia specifica del arte verbal en relación con las demás artes y otros tipos de conducta verbal...”,en relación a eso propone que separar a la Lingüística de la Poética implicaría reducir la primera al absurdo de las frases inequívocas, y privaría a la Lingüística de aquello que escapa a lo inequívoco con la consiguiente pérdida de alcances y efectividad. A tal punto sostiene ésto que mas adelante dirá: “La orientación (Einstellung) hacia el MENSAJE como tal, el mensaje por el mensaje, es la función POETICA del lenguaje. Esta función no puede estudiarse de modo eficaz fuera de los problemas generales del lenguaje, y por otra parte, la indagación del lenguaje requiere una consideración global de su función poética. La función poética no es la única función del arte verbal, sino solo su función dominante, determinante, mientras que en todas las demás actividades verbales actúa como constitutivo subsidiario, accesorio. Esta función al promocionar la patentización de los signos, profundiza la dicotomía fundamental de signos y objetos. De ahí que, al estudiar la función poética, la lingüística no pueda limitarse al campo de la poesía.”

La función poética trasciende al propio campo de la poesía y es función determinante en el Lenguaje, justamente porque al resaltar lo fáctico del signo profundiza la dicotomía entre signos y objetos, es la independencia del signo como tal, que ya puede adjudicarse en una relación sutil con los objetos, no hay inequivocidad entre los signos y las cosas.

Mas adelante R. Jakobson definirá: “La función poética proyecta el principio de la equivalencia del eje de selección al eje de combinación”; a partir del hecho poético los significantes que se seleccionan valen por su combinación misma, lo que prevalece es la combinación en tanto rige el principio de selección. ”La equivalencia pasa a ser un recurso constitutivo de la secuencia”, toda sílaba es equivalente a otra sílaba de la misma secuencia, adquiere función métrica acentos, etc. asistimos a una maceración fisiológica del lenguaje, en tanto las palabras pasan a ser ellas mismas la arquitectura de la cosa, porque se trata de bordear aquello que se podrá llamar la cosa poética.

Es justamente la arbitrariedad de la designación lo que permite que el cuerpo entero pueda ser cara, pero adquiere significación poética cuando la precede la confrontación con lo que efectivamente se llama “cara”, la exposición de lo disjunto del símbolo con la cosa es lo que da a lugar a lo poético, la poesía muestra una hiancia preexistente.

Tratamiento de la poesía en Freud

La pregunta es: ¿Qué lugar ocupa la poesía en el texto freudiano?. El objetivo no es literario, no se trata de analizar a Freud estilísticamente, ni de qué forma escribe (asunto que ha preocupado a algunos analistas post-freudianos), sino despejar como Freud trabaja con el saber de los poetas y con lo que la poesía misma nombra.

Ya se advierten dos vertientes del problema: ¿Qué es un poeta desde la perspectiva psicoanalítica? y ¿Qué lugar presenta en la experiencia clínica el texto poético?.

En relación al poeta, Freud plantea desde sus primeros escritos el valor liberador que la poesía ejerce en el que la crea. En "Personajes psicopáticos en el escenario"(1905 o 1906), dice "La poesía lírica contribuye sobre todo a desahogar una sensibilidad intensa y varia...".

Por otra parte, en 1906, advierte en otra obra acerca de "los prejuicios que conlleva adoptar el artificial concepto unitario de "el poeta". Por obra de la indagación, esta unidad se nos descompone en los poetas individuales de muy diversa valía, en algunos de los cuales solemos venerar a los conocedores mas profundos de la vida anímica humana.". Es dable subrayar la diferenciación entre los poetas(donde pareciera que algunos no harían estrictamente poesía), y la importancia que Freud da al conocimiento "profundo" que ciertos poetas parecieran portar. En éste sentido avanza cuando escribe "...(el poeta)...describir la vida anímica de los seres humanos es su más auténtico dominio; en todos los tiempos ha sido el precursor de la ciencia y, por tanto, también de la psicología científica."

Esa posición no libra al poeta de los efectos de su palabra, en tanto no se posiciona "contra la ciencia...", siempre que el mismo psicoanálisis sea aceptado en el pensamiento científico, con lo que afirma que la ciencia capaz de aprovechar los conocimientos del poeta es una ciencia a construir.

Luego, en "El creador literario y su fantaseo"(1908), la definición del Dichter será la de aquel que juega con palabras, situando al juego en un nivel de tramitación de goce (placer previo) y en la creación de un mundo fantasioso que denotaría otra legalidad. Pero esa otra legalidad implica una ganancia, la cita es: "El poeta atempera el carácter del sueño diurno egoísta mediante variaciones y encubrimientos, y nos soborna por medio de una ganancia de placer puramente formal, es decir, estética, que él nos brinda en la figuración de sus fantasías.".

Esa ganancia de placer no es cualquiera, porque está referida a aquello que mediante una prohibición, estructura. Como dice en 1913, "...los trabajos de Otto Rank, que prueban, en escala cada vez mas vasta, en cuán grande medida el tema del incesto se sitúa en el centro del interés poético y brinda a la poesía su material en incontables variaciones y desfiguraciones."

Evidentemente, se va recortando en el texto freudiano una "función" del poeta, que no es azarosa y está ligada a lo más íntimo de la estructuración del sujeto.

Luego, (1916), Freud agrega consideraciones importantes sobre la tarea del artista, donde se puede suponer que el poeta ocupa un lugar preferencial. Dice al final de su Conferencia 23 que "existe un camino de regreso de la fantasía a la realidad, y es...el arte". La habilidad del artista es hacer de sus conflictos una deformación tal que puedan ser compartidos por otros, y así esos otros obtener un cierto "consuelo" en ello, "pudiendo el artista obtener por su fantasía lo que antes lograba sólo en ella: honor, poder, y el amor de las mujeres".

En el caso concreto de Dostoievski, Freud afirma que la creación literaria, en su elección temática es razón "tentadora" para ubicar al literato entre los "criminales". En su obra se encuentran los fundamentos de su posición subjetiva, y la posibilidad de evitar las consecuencias de un temperamento sádico y perverso. En ese caso la creación literaria ejerce el papel de tramitar aspectos no deseables del goce. Aún así, esto no significa que eso sea siempre eficaz, mas adelante Freud dirá:"...la fuerza creadora de un autor no siempre obedece a su voluntad; la obra sale todo lo bien que puede, y a menudo se contrapone al autor como algo independiente, y aun ajeno"

En "Moisés y la religión monoteísta", en varias oportunidades adjudica a los poetas y literatos la función de rellenar y recrear aquellos aspectos de la historia que han quedado vacíos o imprecisos. Esta participación tiene el valor de ser también historia pero en un sentido mas emparentado con lo que se quiere olvidar. La cita dice "Casi se podría decir que cuanto mas vaga se haya vuelto la tradición, mas utilizable será para el poeta."


En el último período de su obra (1938), Freud retoma las grandes preguntas del psicoanálisis y afirma que no es casual que el Complejo de Edipo haya sido tomado de la obra de un poeta, que reflejaría así lo mas reprimido de la humanidad; ésto mismo ha sido reafirmado por la obra de otro poeta, el Hamlet de Shakespeare es una vuelta sobre el tema del parricidio y la ilegitimidad del que ocupa el lecho nupcial. De todos modos éste es un saber que no podrá ser recogido en otro lugar que en el psicoanálisis, dado que "el mundo literario mostró cuán pronta estaba la masa de los hombres a retener sus represiones infantiles."

Entonces, en el recorrido de la obra de Freud se advierte una posición muy precisa acerca de la función del poeta en la cultura y las implicancias que ésto conlleva. No es una postura inocente la del que juega con palabras en tanto no se desentiende de lo que dice, aunque tampoco se responsabiliza de los efectos radicales que su palabra conlleva. El poetizar no es azaroso ni inmotivado, y responde a una cuestión constituyente de la subjetividad.

Pero, ¿Cuál es el tratamiento particular que hace Freud con el decir poético?. He tomado a Shakespeare por ser uno de los poetas paradigmáticos en ésta lectura freudiana.

Lacan y la Poesía

En Lacan, lo que se refiere al poeta y al poema toma ya un carácter taxativo, si bien sus referencias a poetas o textos poéticos son sensiblemente menores en cuanto a cantidad con respecto a Freud, su posición con respecto a la poética es concluyente desde sus primeras aproximaciones: No hay formación del analista sin un recorrido expreso por los textos poéticos.

Esta afirmación abre a una serie de interrogantes..., ¿En qué está comprometida la formación y por lo tanto la misma posición del analista con respecto a la poesía? ¿El analista debe hacer poesía? ¿Se trata de una exigencia ligada a la adquisición de un determinado nivel de erudición o cultura?. No creo que eso deba contestarse así, lo que importa al analista es justamente el hecho poético en tanto función poética, o sea de cómo pueden producirse en el discurso hechos y combinatorias inusitadas, a favor de lo que se devela en el inconciente.

En su escrito llamado “Función y Campo de la Palabra”, Jacques Lacan lo dirá de esta manera:
(Refiriéndose a una técnica renovada de la interpretación propuesta para el psicoanalista) “Esta técnica exigiría, para enseñarse como para aprenderse, una asimilación profunda de los recursos de una lengua, y especialmente de los que se realizan concretamente en sus textos poéticos. Es sabido que tal era el caso de Freud en cuanto a las letras alemanas, en las que se incluye al teatro de Shakespeare por una traducción sin par. Toda su obra da fe de ello, al mismo tiempo que de la asistencia que en ello encuentra constantemente, y no menos en su técnica que en su descubrimiento.”

Se refiere a una “técnica”, en el sentido de “Esencia de la técnica” que le da M. Heidegger, y no al mero procedimiento, justamente por eso el recorrido en que se sostiene implicará a los textos poéticos y no a una serie de directivas a cumplimentar. Lo que se enseña y se aprende remite también a otro texto de Heidegger en donde se hace referencia a la matemática en su origen como aquello que se aprende cuando se enseña. Hemos observado, efectivamente, el tratamiento prolijo y específico que Freud le da a la poesía de Shakespeare. Pero “los recursos de una lengua” no son recursos esteticistas exclusivamente, porque de lo que se trata es de lo que el lenguaje crea para su propia superviviencia, el código debe multiplicarse y retraerse para posibilitar su vigencia.

En su texto dedicado a Andrè Gide, Lacan escribe que la verdad y la poesía comparten un rasgo fundamental: ambas responden a una “estructura de ficción”. Lo que implica que en los dos casos no es necesaria la prueba por la realidad; tanto la poesía como la verdad se desprenden por su propio peso.

Los textos poéticos no tendrán un papel referencial porque el propio tratamiento psicoanalítico será un “texto poético”, no por la búsqueda estética en sí misma sino por la operación ded lenguaje que allí tendrá lugar. Ya que puede ocurrir que el poeta se ubique en el mismo lugar de aquel que ejerce el amor cortés, poniendo en lugar de la amada un Ideal imposible, como es el caso de Dante con Beatriz, en una posición de “ascesis en el Otro”, en ese punto no se trata mas que de la teoría psicoanalítica despojada de su práctica, o sea sin consecuencias.

Pero es justamente en los fundamentos de la retórica poética donde Jacques Lacan va a buscar los fundamentos del inconciente, en efecto son las operaciones de metáfora y metonimia extraídas de Roman Jackobson las que son enunciadas como las que determinan la cadena significante, importa entonces mucho mas que el producto poético su propia formación en tanto estructura del lenguaje. (Absolutamente antinómico de aquellos que buscan cierta poética en el texto de Freud ). Desde esa tesitura puede afirmarse que los efectos del lenguaje construyen una poética que no debe nada al espíritu del poeta y desde luego a su encarnación.

Es en esa poética sin poeta, o sea en la función poética descarnada, que Lacan designa al acto del analista en relación a su analizante como “operación poética”, que justamente por eso resiste a una objetividad dado que interpretación y transferencia están ligados inexorablemente al soporte que el analista ejerce en su posición.

Entonces, para comenzar un precipitado de conclusiones en este recorrido, se podría afirmar que la poesía es una utilización particular del lenguaje que apunta a hacer borde de lo real, independientemente de su carácter de producto artístico que se proponga como bello o no para una estética. La poesía es el lugar donde la palabra extrema su recurso de nominación, y en ese fracaso de la nominación-toda da cuenta mas allá del objeto que designa. El interés que presenta para el psicoanalista es superlativo porque al tomar a la interpretación como función poética de lo particular, hace del tratamiento psicoanalítico la “operación poética”. Es en el producto singular de una análisis, donde la apelación a ese límite del lenguaje posibilita y hace emerger lo poyético como tal, la creación individual del sujeto como respuesta inevitable al vacío de su existencia.

Esta creación poética no es, de ninguna manera, un triunfo sobre la estructura. Esta es la posición de Jacques Lacan, cuando en su Seminario 15 introduce como ejemplificaciones de proposiciones lógicas de lo Particular: Yo no conozco todo sobre la poesía, y de lo Universal: Yo ignoro todo sobre la poesía. Se trata, por supuesto, de un desconocimiento que compete no a una erudición hacia el arte poético, sino al borde mismo de lo imposible de nombrar, por eso está señalado especialmente ese “todo”, que se repite tanto en la proposición Particular como en la Universal. Nadie sabe todo de la poesía.

Entonces, dos dimensiones de la poesía : La del amor cortés, del poeta que le canta a su dama, idealizada e inalcanzable a la vez, donde se trata de la comprobación de lo femenino como determinante e imposible a la vez; y la del escrito poético, él mismo como borde de lo real.

El poeta pone en funcionamiento un saber no sabido que es patrimonio del lenguaje, en el recorrido de lo particular de su hacer poético a lo general de lo que va a ser leído continúa lo interior en exterior y crea un producto que le es propio y ajeno simultáneamente. Hace trabajar la esencia operatoria de la palabra en tanto muestra su combinatoria en sí misma, a tal punto que un poema no tiene por qué tener un sentido, basta con que resuene en alguien que lo quiera escuchar, una figura poética no se explica, porque al acurrir ésto pierde su esencia, solo produce efectos en quien la escucha suspendiendo toda racionalización, librado a su propia consonancia en el texto.

Lo que el poeta sabe, sin saberlo, es que el lenguaje no puede nunca formar un conjunto cerrado, está atravesado por una falla inaugural y estructural que lo determina. La habilidad poética es poder mostrar esa falla con un velo que sea lo suficientemente eficaz como para velar y develar simultáneamente esa carencia de la lengua de significarlo todo. En un movimiento aparente de significación adicional, se logra un mas allá del sentido coagulado que ratifica la imposiblidad de dar cuenta de lo circundante, creando así la ilusión de transgresión del sentido, corrompiendo su límite.

En la serie de charlas llamadas “El Saber del Psicoanalista”, ocurridas en el Hospital Saint Anne, Lacan se vale de una poesía para nombrar y develar una lógica para la sexualidad, con todo el valor de escrito que toda lógica tiene. Mientras desarrolla las consecuencias teóricas del poema dice: “Por otra parte, en mi seminario, hablaremos de la mesología, que es, lo que tiene función de “entre”. Pero acá estamos en la ambigüedad poética y - hay que decirlo- vale la pena.”

¿Qué pertinencia tiene esa “ambigüedad poética” en el psicoanálisis?

En esa misma serie de charlas, compara al inconciente con el diccionario, explicitando que no tienen casi nada en común; porque el diccionario se ocupa de la dicción, que es lo que va del invento (poesía) a la persuasión (retórica); en cambio en el inconciente hay que situar la gramática y la repetición. Situar a la poesía en el lugar del invento en la dicción no es quitarle importancia, ya que se trataría de aquello nuevo de la dicción que se puede colectivizar, dado que el efecto poético, se cumpla o no, es para el que escucha. Situar a la poesía en el lugar del invento supone la actividad de lo real en la dicción.

Es a ésto a lo que se refiere en la entrevista radiofónica ocurrida en 1970 que luego se publicará con el nombre de “Radiofonía”, cunado dice que el poeta se produce al ser devorado por los versos, jugando con la homofonía que se produce en francés para la palabra vers, que significa tanto versos como gusanos. Dado que las palabras encontrarán su oden en el poeta lo sepa éste o no, más adelante señalará que en la interpretación del sueño ya no es el arte poético lo que juega sino “razones”, proponiendo una lógica que escapa a lo aleatorio y que se sostiene en recorridos que se pueden trazar. Aquí entonces se diferencia el invento poético de su interpretación, si bien la metáfora y la metonimia operan en la producción del inconciente, su lectura no es un rapto de inspiración poética, dado que debe ser fundada en razones verificables. La interpretación psicoanalítica diluye todo efecto de poetización, porque se sostiene en la caída de la ambigüedad poética. De todos modos el poeta demuestra que el lenguaje no es solo comunicación.

A éste tema vuelve a referirse en 1974, cuando luego de referir la no respuesta de un famoso poeta surrealista (Tristán Tzara) a la lectura de su escrito “La instancia de la letra”, afirma que el poeta “no sabe lo que hace”, observación que ya habría hecho Platón acerca de que es preferible que el poeta no sepa lo que hace. Pero, considero que hay otro saber en juego, que no pasa necesariamente por el reconocimiento del poeta de aquello que está haciendo en términos de operación del lenguaje, se trataría de un saber en acto; razón por la cual Lacan se ocupará con mayor consideración de éste tema en los últimos seminarios, cuando se encuentra indagando cómo el psicoanálisis opera en acto mas allá de las palabras, o sea qué es lo que ocurre en el saber hacer allí, en el momento adecuado.

Es en el contexto de éstas preocupaciones que ocurre el encuentro de Jacques Lacan con Noam Chomsky, donde según el relato de Sherry Turkle, ante la posición de Chomsky de descartar las diferencias en el lenguaje para construir una ciencia de la lingüística, Lacan responde “visiblemente conmovido: Yo soy un poeta”. El psicoanálisis debe justamente centrar su trabajo en la especificación y los efectos de la diferencia significante aún cuando ésto signifique equívoco, y justamente por eso.

Es en el Seminario 24 (1976), donde Lacan retoma ésta problemática y le da una profundización definitiva, casi como efecto conclusivo de su obra. Allí dice que la poesía se funda en la duplicidad de sentido común a todo significante, ello resulta de la relación del significante al significado, y se puede decir que es una forma de tratar lo simbólico por lo imaginario ( La poesía es... ...imaginariamente simbólica), se trata de una violencia del uso de la lengua, tal como Saussure la entiende, es decir del cojunto de implícitos que permiten el habla. Continúa Lacan: “La filosofía hace todo para borrarla.... Es por eso que, también, no se puede decir que la poesía no juegue allí a su manera, inocentemente, lo que he connotado recién como lo imaginariamente simbólico. Eso se llama la verdad.”

La filosofía, en tanto edificio conceptual no puede menos que borrar ( o intentarlo), toda ambigüedad poética, pero Lacan no deja de observar que aún así hay una presencia de la poesía en la filosofía, “inocentemente”, de la misma forma que Hölderlin en su poema se refiere al trabajo del poeta palabra que toma Heidegger para hablar de “La esencia de la poesía”. La emergencia de la verdad está ligada a eso “inocente” que la poesía comporta, en la medida que permite la condición de instauración de lo que de verdad puede haber en un discurso determinado. A ésto se refiere cuando afirma que “lo propio de la poesía cuando ella falla, es no tener mas que una significación, ser puro nudo de una palabra con otra.”. Lo propio de la poesía cuando falla es la interpretación, porque solo allí surge una significación de la propia ambigüedad poética, es la caída de la duplicidad de sentido que la función poética conlleva.

Lacan afirmará ésto explícitamente: “El sentido, eso tapona. Pero con la ayuda de lo que se llama la escritura poética, ustedes pueden tener la dimensión de lo que podría ser la interpretación analítica”. No es indiferente a la función del analista “estar inspirado” por algo de lo poético, saber del punto de invención del lenguaje, y saber hacer con eso. Lacan retoma aquí la cuestión de la lingüística para decir que esa ciencia no le importaría al psicoanálisis si no se hubiera ocupado a través de Román Jakobson de la retórica poética, a través de sus combinatorias en la metáfora y la metonimia; y dice allí que “es en tanto una interpretación justa extingue un síntoma que la verdad se especifica por ser poética”, o sea que en tanto hay eficacia de la palabra en lo real, la verdad de esa eficacia debe ser situada en la propia operación poética, tal como define al tratamiento psicoanalítico en el Seminario 15. Eso no significa que la verdad sea bella, nada bello tenemos para decir; la oscilación será siempre entre la lógica y las razones, y la escritura del invento poético.

En la última clase de ese Seminario será aún más concluyente: “La poesía es efecto de sentido pero también efecto de agujero. No hay más que la poesía que permita la interpretación. Es por eso que yo no llego más en mi técnica a lo que ella sostiene”. Desde éstas afirmaciones se puede patentizar la importancia que tiene la función poética como tal para la clínica psicoanalítica, lo que no significa esperar un producto bello o artístico como efecto del tratamiento analítica sino aislar lo poético como función del lenguaje y de cada sujeto en particular.

Lacan finaliza esa frase con “Yo no soy bastante poeta. No soy bastante poâte”, lo que implica la función siempre inacabada del poeta en un sentido y el carácter trágico, como efecto de agujero al cual el psicoanalista se ve empujado a poetizar, la calamidad y la fatalidad de la tragedia griega (la atè), designa el límite que la vida humana no podría atravesar mucho tiempo. Esto no convierte esa función en algo sublime, en realidad un poâte es un débil mental, alguien que no puede dejar de toparse con el agujero de lo real, y torpemente, con balbuceos, a veces intentar dar cuenta de eso.

Pablo Fridman. Psicoanalista – Psiquiatra. Miembro de la EOL (Escuela de la Orientacion Lacaniana). Vicepresidente de la AASM (Asociacion Argentina de Salud Mental)

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