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Entrevistas

29 DE OCTUBRE DE 2007 | ENTREVISTA ROBERTO HARARI

"Gran parte del porvenir del psicoanálisis está en Argentina"

Roberto Harari comenta sus apreciaciones sobre su nuevo libro y su larga trayectoria en el campo psi. "Gran parte del porvenir del psicoanálisis está en Argentina, y es una responsabilidad que debemos asumir"

-¿Por qué el título de su nuevo libro “Palabra, violencia, segregación y otros impromptus psicoanalíticos”?

-El libro es un agrupamiento de artículos que fueron surgiendo a raíz de diversas invitaciones, participaciones y textos escritos para diversos medios, incluso periodísticos. Intento llamar al conjunto de artículos impromptus siguiendo algunas puntuaciones de Lacan, quien habló de “impromptus” tomando el término de la música. Se trata de piezas breves que aparentemente son espontáneas en cuanto a su surgimiento. También tomé en cuenta a André Comte-Sponville, un filósofo que en un libro suyo llamado justamente “Impromptus” incluye piezas breves, y otras que, en su reescritura, no lo son tanto. Bueno, es lo que sucede con varios capítulos de mi libro, en los dos sentidos apuntados, porque reescribí prácticamente todos, y algunos son más largos. Pero quise respetar su origen sosteniendo esa denominación. “Palabra, violencia, segregación” toma tres ejes que son preocupaciones mías; sobre todo, el tema de la palabra, que tiene su lugar en los primeros tres capítulos, donde introduzco una noción nueva, a mi parecer: el Realenguaje. Es una palabra-valija derivada de realizar una juntura de dos términos a partir de los cuales sale la palabra Realenguaje, es decir, lo Real del lenguaje. Esto ya es bastante heterodoxo dentro de la enseñanza aceptada y sostenida por muchos lacanianos, quienes asimilan lenguaje con Simbólico. Además en el libro tomo en cuenta algunos aspectos fónicos que creo que son novedosos y productivos en lo referente a la escucha del analista, y creo que así se logra una mayor apertura y abarcatividad de la clínica psicoanalítica, según lo verifico mediante mi propia experiencia personal, es decir, en las curas a mi cargo. En los últimos años de su enseñanza, Lacan introduce un término que también es un invento gestado de la misma manera: lalangue. Es una manera de ir contra el código, ya que pegar ambos vocablos da una idea de un programa de estudio, de investigación, y de trabajo clínico.
Otro objetivo que me propongo en el libro trata de la extensión del psicoanálisis. Ahí tomo bastante las referencias de Lacan -creo no muy trabajadas- sobre la facticidad en lo Real, que es una de las articulaciones de los registros de la experiencia, y donde de manera bastante sorprendente alude a los campos de concentración. En realidad hace una especie de presagio. En el año 1967 dice: veremos cómo el porvenir marcará un ascenso creciente y duro de los procesos segregativos por un lado, y de la concentración en mercados comunes, por el otro. En realidad su formulación es al revés: los sujetos abarcados por los mercados comunes, es decir capturados por la unificación, para diferenciarse de eso común provocan una exaltación beligerante del rasgo diferencial, con lo cual se llega al enfrentamiento, a guerras de bloque, a guerras civiles, fratricidas. Hay que pensar muy bien cómo son nombrados los campos porque me parece que la cuestión no finaliza en la concentración, sino que hay que hablar de exterminio, para dar cuenta de cómo son los hechos. También trabajo sobre los campos nuestros, los que hemos padecido en Argentina, resaltando su diferencia con los de los nazis. En Argentina la novedad es que los campos no eran deliberadamente construidos a tales fines y aislados -como hicieron los nazis, llamados por Lacan “precursores”- sino que eran llamativamente una especie de fuera-adentro, como campos en la ciudad.

-Fue a dar clases de psicoanálisis en China ¿cómo fue su experiencia allí?
-Fue muy, muy interesante. El iniciador es un psicoanalista chino, el primero que comienza un movimiento. Huo Datong fue a Francia hace muchos años y se acercó al movimiento lacaniano donde nos reconocemos. Inició su análisis y realizó varios cursos y seminarios por el lapso de siete años, hasta que entendió que quería tentar suerte en su ciudad natal, que es Chengdu. El es el único analista, por lo tanto las referencias para los análisis de los analistas es Huo, quien está a cargo de los análisis de gente joven en general. Para ser más preciso: él tiene a su cargo los análisis y la enseñanza regular, como postgrado, en la universidad. Tiene un Centro Psicoanalítico en esa ciudad, cuya sede es la universidad misma. Luego de compartir una mesa en la presentación de un libro mío en Francia, en 2002, me invitó a enseñar a Chengdu, y pudimos hacer coincidir las agendas para concretar mi viaje ahora, en junio de este año. Lo que me llamó la atención es que él me pidió una exposición inicial sobre la historia del psicoanálisis en Argentina. Estuve seis horas hablando en francés del tema, y el me traducía al chino. El otro punto que le interesaba, y que desde ya trabajé, era el de las metas y el fin del análisis. Así que estuve enseñando allí durante ocho días.

-¿Cómo fue la recepción de los estudiantes?
-Fue muy auspicioso, porque era gente joven que hacia preguntas cruciales, sin ruborizarse por preguntar aspectos básicos. Siempre digo que son las mejores preguntas, porque no dan nada por sentado. Para mí fue una experiencia muy valiosa, con cerca de 50 personas en total. Esto es la base de un movimiento, donde a partir de la trasmisión, empieza a formarse una generación de analistas, y la cuestión puede llegar a implantarse. Para mi sorpresa veo que hay demanda de análisis. Como me decía Huo Datong, hay que partir de la base de que los chinos son todos taoístas, lo sepan o no. Entonces este movimiento psicoanalítico se inscribe dentro de un taoísmo de base, lo que implica diferencias de creencia, de concepción del mundo, de posición subjetiva, respecto del Otro. Por otro lado veo que hay una inserción arrasadora por parte de Occidente, de sus valores, de sus inversiones económico-financieras, de la religión del capitalismo salvaje. A mi me pareció muy honroso poder colaborar esta primera vez; es un trabajo de pionero el que está haciendo Huo Datong. Te reitero: hay un núcleo de gente que es muy capaz. Están queriendo traducir los textos, en particular los lacanianos, a partir del francés, donde es posible que sean volcados algunos de mi autoría. Es muy importante poder entrar en la cultura en general a través de la producción y de la difusión de libros.

-¿Qué consecuencias clínicas se ven respecto de la escritura en China, teniendo en cuenta que es ideográfico?
-Es uno de los puntos más singulares. Los primeros textos que conocí apuntan a este hecho y a cómo Freud había aproximado los dialectos de lo inconsciente con la escritura china, en las Lecciones Introductorias. Lacan por su parte, en el año 1977, en el Seminario “L’insu…”, aproxima la interpretación analítica a los efectos derivados de la escritura poética china. Hay algo evidentemente que los maestros captan de una singularidad; sobre todo, lo que sucede con el sonido. Yo creo que hay algo que favorece esta concepción de lo que es lo inconsciente, por la particular unidad sonido-sentido. Me arriesgo a postular que el mandarín es una lengua muy proclive a poder asimilar las enseñanzas del psicoanálisis.

-¿Cómo cree que está posicionado el psicoanálisis en Latinoamérica respecto de Francia?
-Creo que tu pregunta toca bastante lo que estamos tratando de hacer en, y con, el movimiento francés, respecto de la enseñanza de Lacan. No me atrevería decir qué sucede con la IPA, no lo conozco y no sería pertinente que hable al respecto. Cuando hay más personalización, por así decir, y la enseñanza remite a alguien que vivió en Paris toda su vida, como es el caso de Lacan, se plantea el problema de qué sucede con nosotros, porque parece que estaríamos en demérito respecto de quienes se encontraban cerca de Lacan, o que fueron sus analizantes o discípulos directos. Cuando estuvo en Caracas, en el año ‘80, nos llamó “lacanoamericanos” , diciendo que en América se trasmitió por el escrito, y que había venido a ver qué resultados pudo haber dado esa transmisión. Y evidentemente da a entender que algo sucede con su escrito; mediado, claro está, por algún maestro, porque la letra no tiene una propiedad mágica en sí misma. De todas maneras cabe decir que uno no queda impávido cuando lee a Lacan, porque toca la posición subjetiva de un modo que la interroga, a través del cristal de la lengua. En Argentina, Lacan se trasmitió por el escrito, pero hay una muy fuerte tradición psicoanalítica preexistente. Cuando proponemos Convergencia desde Buenos Aires, como un intento de hacer un movimiento internacional sin marcarle a cada institución cómo debe estar constituida, sino tomando en cuenta toda la heterogeneidad habida y por haber, aquí y en todas partes del mundo, es necesario remarcar que la iniciativa partió de Buenos Aires. Y no es poca cosa: es la primera vez que surge la propuesta de un movimiento internacional psicoanalítico no originado en el viejo continente, y ni siquiera en Estados Unidos. No sé hasta dónde esto resultó soportable para nuestros colegas franceses, quienes opusieron objeciones diversas a nuestro proyecto, porque creo que ellos entienden que el movimiento tiene que estar centralizado en Francia, y nosotros podemos ser, en todo caso, sus discípulos. Pero no son Lacan, y el reconocimiento de ese lugar vacío de Lacan creo que es el punto de partida para proponerse llevar adelante el movimiento. No podemos dar por sentado que cualquiera ocupa su lugar. Algunos lo resolvieron iconizando en ese lugar a J. -A. Miller, y dicen inclusive que los Seminarios de Lacan ya están viejos, y que ahora hay que seguirlo a Miller. Si creen que un maestro del psicoanálisis como Lacan puede ser seguido o mejorado por un discípulo con muchos errores de concepción, y con desvíos éticos de fuste, allá ellos. Nosotros tenemos que hacer el duelo y decir que no hay sucesor, y menos aún nombrado por la voluntad de Lacan, porque el amor es ciego. Propongamos cada uno la lectura que pueda hacer de Lacan y en ese sentido partamos de una equivalencia con los franceses, dando cuenta cada uno de las razones intelectuales y clínicas de su abordaje, sin perspectivismo, sin subjetivismo. En Argentina el psicoanálisis constituye un boom incesante, y es así cómo hemos logrado conformar otro polo. Creo que el punto de partida es la condición de lectores de Lacan. Ya no colegas, tampoco analizantes o discípulos directos.

-¿Nota diferencias entre una persona que estudió leyendo a Lacan que otra que estudió con Lacan?
-Lacan captó bien que la presencia física es fascinante en el sentido de que aliena, de que genera una identificación imaginaria, en tanto que el escrito permite tomar distancia de ello. Dijo por eso que “mi presencia en América Latina no hizo allí de pantalla”. Es decir que la presencia no sólo pueda ayudar sino que también puede entorpecer. Hay que ver si estar al lado de un genio como Lacan no genera lo que voy viendo paulatinamente que sucede en muchos de los colegas franceses: me refiero a que se van apartando de la enseñanza de Lacan a la que decían suscribir. Sutilmente, o no tanto; otros, ya de modo explícito, haciendo una bandera de ello. Una colega decía que en América Latina estamos muy atados a la doctrina. Yo me ato a la doctrina porque me permite tener un piso para partir de allí. Muchos de los franceses, para mí, odian –sin saberlo, es claro- a Lacan. No soportan justamente lo que fue y argumentan que es hora de volver a Freud. Esto se comprueba fácilmente viendo cómo ha caído notablemente el nivel de producción y la referencia a la obra de Lacan entre los franceses. En ese sentido yo escribí tiempo atrás algo arriesgado respecto de cómo se lee a un maestro de psicoanálisis en otra lengua. Decía que quien rescató la obra de Freud en alemán, no fue nadie de su entorno, sino un francés, que lo leyó en la lengua de origen. Yo digo entonces osadamente, ¿serán los franceses quienes mejor leen a Lacan, los del entorno? ¿O se lo lee en francés pero en otro lugar para quienes la lengua natal sea otra, como es el caso del castellano o del portugués? Creo reconocer en esa tesis algo del movimiento latente de la historia del psicoanálisis, que va más allá de lo sociológico o de lo político, porque apunta a leer de un modo bífido, en dos lenguas. Es decir: desde una, la otra. Por de pronto, la producción lacaniana entre nosotros es realmente mucho más vasta, y con calidad cuanto menos pareja que la generada en Francia en esta actualidad. Después de muchos años de trabajo y de contacto con colegas de muchísimas partes del mundo, veo que en un sentido tenemos que asumir que gran parte del porvenir del psicoanálisis está en Argentina, y es una responsabilidad que debemos asumir. En Argentina se trabaja de un modo serio, y con referencia documentada y fundada a las obras de los maestros, obras donde restan aún muchos territorios vírgenes que nos aguardan, para decirlo sexuadamente. Si trabajar así es tildado de “doctrinario”, en mi caso –y no creo ser el único, ni mucho menos- hago mía esa sutil invectiva antes que transformarme en un libre pensador del presunto psicoanálisis.

Para ver la reseña de Palabra Violencia Segregación y otros impromtus psicoanalíticos, ver aquí


Roberto Harari es psicoanalista, ensayista, doctor en psicología. Es miembro fundador y ex presidente de Mayeutica-Institución Psicoanalítica. Director desde 1986 de la colección Freud◊Lacan. Ha dictado clases, conferencias, cursos y seminarios en instituciones psicoanalíticas y en universidades tanto de la Argentina como del exterior. Tiene publicados más de veinte libros, muchos de ellos traducidos al francés, portugués e inglés. Además, es uno de los iniciadores de Convergencia, Movimiento Lacaniano por el Psicoanálisis Freudiano, red plurinstitucional de carácter internacional fundada en Barcelona en 1998.

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