Contratapa del libro:
¿Ya mató a su padre? ¿Qué está esperando? Todo el mundo tiene el deber de matar a su propio padre. Haga como el protagonista de la novela de Mario Sabino: líbrese de él con dos golpes en la cabeza. Por la espalda, preferentemente.
Si matar a un padre es fácil, rápido, indoloro, mucho menos fácil, rápido e indoloro es interpretar el gesto. El protagonista anónimo de El día que maté a mi padre busca indicios para entender el crimen que cometió. Es un detective que recoge pruebas dentro de su mente. Recurre a todas las herramientas que hemos conseguido inventar para analizar nuestros impulsos más primarios. Invariablemente, se muestran inadecuadas. Despistan más de lo que esclarecen. Filosofía, religión, ciencias conductuales: todo parece ridículamente inapropiado para explicar la bestialidad humana.
El parricida nos presenta también su novela inconclusa. Al leer esa novela dentro de la novela, nuestra voracidad interpretativa de inmediato nos lleva a buscar símbolos, a interpretar metáforas, a leer entrelíneas. No sirve. La literatura no revela: sólo esconde, disimula.
Mario Sabino no vino a confortar. Con coraje, malicia, gracia, prefiere perturbar, desarmando todo lo que nuestra inteligencia concibió en la frustrada tentativa de dar un poco de orden y sentido a la realidad.
Matar es simple. Lo difícil es saber por qué matamos.
Mario Sabino nació en San Pablo, en 1962. En 2004, lanzó O dia en que matei meu pai, novela que fue muy elogiada por los críticos. En mayo de 2005, durante la XII Bienal del Libro de Río de Janeiro, presentó O antinarciso, una colección de doce cuentos sobre el tema de la soledad. Actualmente, es jefe de redacción de la revista Veja, el semanario más importante de Brasil, y acaba de concluir su nueva novela, O vício do amor.
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Editorial Del Nuevo Extremo