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25 DE JUNIO DE 2007 | RELEVAMIENTO 2005/2007

Aumentaron un 60% las consultas psiquiátricas

El Hospital Alvear recibe cada vez más personas con secuelas severas por haber vivido situaciones de inseguridad urbana. Daniel Mosca, jefe del servicio de Estrés Postraumático de ese hospital, aseguró a PERFIL que en los últimos años se multiplicó la cantidad de pacientes

Por Martin De Ambrosio
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Pese a todo, es optimista: “Tratada a tiempo, la gente logra recuperarse”.

Muchas veces la intensidad de un hecho delictivo no está relacionada directamente con la reacción mental, como lo demuestra el caso de una mujer que sufrió un robo con intento de violación, de la que se salvó gracias a la intervención de un vecino. Y que, meses más tarde, volvió a ser víctima de un robo: esa vez, le gatillaron un revólver en la cabeza pero se salvó porque el disparo no salió.

Con todo, la mujer recién empezó a evidenciar síntomas de estrés postraumático luego de un tercer delito, en apariencia menor. Estaba en la calle, cuando un ladrón le arrebató la cartera y salió corriendo. Fue este último acontecimiento el que detonó en ella una serie de problemas: dejó de salir a la calle con cartera, sólo lo hacía vestida con un jogging (“para no llamar la atención”, decía) y estaba permanentemente en actitud hiperalerta, incluso dentro de su propia casa, algo que apenas si la dejaba dormir. Además, empezó a abusar del alcohol, problema que nunca antes había tenido.

Aunque puede parecer un hecho aislado, y extremo, casos como éste se repiten en el Hospital Alvear, y crecen a un ritmo muy alto: más del 20% cada seis meses (ver gráfico).

Si bien no puede asegurarlo con precisión porque en el país no hay estadísticas (al menos públicas), Daniel Mosca, jefe del Servicio de Estrés Postraumático de ese hospital, está convencido de que se debe a un efecto directo del aumento de los casos de inseguridad.

Los síntomas principales del estrés postraumático –aquel relacionado con una circunstancia extrema– son la depresión, la ansiedad y muchas veces también la sensación de volver a experimentar lo ya vivido. En muchos casos, las secuelas que dejan los robos y secuestros exprés son tan fuertes que llegan a ser invalidantes: las víctimas dejan de trabajar y hasta pierden las ganas de vivir. Además, tienen la sensación casi constante de estar a punto de revivir el acto o se les presentan “fotos mentales” de los delincuentes, algo que incluso puede tener un impacto hasta olfativo.

Otro caso. Un empleado de un estudio contable sufrió un secuestro exprés. Los delincuentes, mientras lo tenían de recorrida por distintos cajeros automáticos, insistían en que lo iban a matar en cualquier momento. Pero no lo hicieron y finalmente lo dejaron en una calle de Villa Lugano, con el auto cerca para que pudiera retornar a su casa.

El hombre quedó físicamente ileso, pero con problemas que no se ven a simple vista: desarrolló una profunda depresión, inconvenientes graves con su familia y un alto impulso suicida por el miedo de volver a atravesar por la misma situación.

“¿Por qué suicidarse, si lo peor que le podían hacer los secuestradores era justamente matarlo y usted no quería?”, le insinuaron los psiquiatras. La respuesta del paciente fue reveladora: “Así yo mismo puedo decidir el final y no ellos”.

Salvavidas. Los tratamientos para el estrés postraumático consisten principalmente en psicoterapias, y se recurre a la medicación sólo en casos extremos.

“Lo que debemos lograr es que la gente vuelva a ver el mundo como un lugar controlable, no algo que puede acabarse o perderse en pocos segundos. Porque ese tipo de traumas nos enfrenta con la insoportable levedad del mundo, la sensación de vulnerabilidad total de las personas”, señaló Mosca.

Si bien la terapia es efectiva (con tasas del 80% de recuperación, en un promedio de seis meses), no siempre puede lograrse el éxito. La clave también reside en la velocidad con que se encaran los tratamientos; algo no desdeñable debido a la alta tasa de suicidios que hay como causa del estrés postraumático.

Uno de los ejemplos al que se suele recurrir es el de los soldados que fueron a las Malvinas, de los que ya murieron más después de la guerra que en el archipiélago austral. El mismo servicio del Hospital Alvear sigue recibiendo hoy, a más de 25 años de finalizado el conflicto, la consulta de ex combatientes. “Claro que no es una cuestión meramente argentina: los británicos también la sufren”, indicó Mosca. Y agregó que cuando la gente llega y le dice que lo que sufrieron es algo que no se van a olvidar en la vida, él reconoce que es así.

“Hay muchas cosas que uno no olvidará jamás, pero lo que tenemos que lograr –dijo– es que eso no afecte la vida cotidiana y no haga que la persona deje de llevar una vida lo más normal posible. Y se puede.”

Reunión de expertos

Si bien los especialistas argentinos están suficientemente capacitados como para incluso educar sobre este tema en países que sufren catástrofes (como de hecho ocurrió en Nueva Orleans, luego del huracán Katrina), no deja de ser interesante y estimulante recibir a expertos de todo el mundo. Eso es lo que sucede desde hace siete años con el Congreso de Estrés Traumático que organiza la Sociedad Argentina de Psicotrauma que preside Daniel Mosca. Y que este año se realiza entre el 28 y el 30 de este mes en el Hotel Panamericano.

Entre los expertos que pasarán por el país en esta ocasión, se destacan Bessel van del Kolk, del departamento de Psiquiatría de la Universidad de Boston, Paul Beljan, presidente del American Board of Pediatric Neuropsychology, y la argentina residente desde hace años en el exterior Ana Sutton, pionera en la terapia de juegos (ver nota pág. 47).

La enseñanza de Cromañón

El Servicio de Estrés Postraumático del Hospital Alvear fue también el centro que trató a mayor cantidad de sobrevivientes del incendio en el boliche Cromañón, en diciembre de 2004.

Según Mosca, hasta hoy se han recuperado de las secuelas psicológicas más del 80% de las víctimas –sólo un 20% de ellas debió ser medicada– pero aún llegan personas que no tuvieron éxito con otras terapias o que nunca fueron tratadas. “Todavía estamos atendiendo a unos 160”, informó el especialista. Y explicó que los síntomas del estrés postraumático pueden aparecer “a destiempo”, otra de las características del síndrome: no aparece necesariamente de inmediato y una víctima puede sufrirlo en cualquier momento, a lo largo de su vida.

Mas informacion:
www.perfil.com

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