De acuerdo a lo que escribe Gisela Untoiglich su trabajo ¿Nuevos diagnósticos? En busca de la subjetividad perdida, incluido en este libro, es atravesado por algunos interrogantes.
A lo largo del libro, los autores se plantean cuestiones tales como: cómo se diagnostica hoy, en referencia al uso y abuso de la utilización del DSM IV. Cómo se hace un diagnóstico diferencial del Trastorno por Déficit de Atención. Por qué hay exceso de diagnostico. Cómo es que haya aumentado tanto el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperkinesia, habiendo un remedio que lo cura. Cómo es que se declara una epidemia de una enfermedad siendo que ya se tiene el remedio para curarla. Cuál será su cura. Qué buscan los padres cuando consultan.
Su contratapa dice…
A la hora de pensar acerca de las problemáticas de los diagnósticos en la infancia, no sobran las advertencias. No se trata de meros debates teóricos o diferencias de perspectivas clínicas o de abordajes institucionales, lo que está en juego son prácticas específicas, modos de producción de subjetividad.
La pregunta por la lógica que rige y la responsabilidad que implica que un diagnóstico se adhiera a la piel de un sujeto infantil, que se haga carne, que un nombre avalado en un cierto saber funcione como código, contraseña, que imponga algunos rasgos del sujeto en desmedro de otros, que amenace el movimiento de una subjetividad en constitución y produzca efectos de clausura, anima gran parte de los textos que presentamos.
El creciente uso de medicación para el abordaje de problemáticas subjetivas en la infancia cifra algo más que el resultado de un valioso desarrollo técnico, un problema de excesos o de sobrediagnósticos o una pasión descontrolada: el "furor curandis". Convertir estas cuestiones en una pregunta para nuestras sociedades y hacernos cargo de ella nos parece crucial.
Otras formas de pensar - producir diagnóstico se configuran a partir de las reflexiones, viñetas clínicas, y experiencias de encuentro con la infancia, que renuevan el desafío de sostener su condición clínica, es decir, singular e implicada, capaz de dar cuenta de la complejidad, del dinamismo, de la provisoriedad, y de preservar el núcleo de enigma que le es inherente a toda subjetividad infantil y la potencialidad de desarrollo y transformación que es necesario suponer para que una diferencia pueda advenir.
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