Niños desatentos e hiperactivos", entrevista a Juan Vasen, quien sobre el déficit de atención dice: “Pensar las problemáticas de la subjetivación y la formación educativa como un déficit de ciertas funciones o como un problema de aprendizaje es incurrir en un doble reduccionismo.”"/> Niños desatentos e hiperactivos", entrevista a Juan Vasen, quien sobre el déficit de atención dice: “Pensar las problemáticas de la subjetivación y la formación educativa como un déficit de ciertas funciones o como un problema de aprendizaje es incurrir en un doble reduccionismo.”"/>

Entrevistas

6 DE MAYO DE 2007 | REPORTAJE JUAN VASEN

Sobre ADD y ADHD

A un mes de la realización del Simposio "Niños desatentos e hiperactivos", entrevista a Juan Vasen, quien sobre el déficit de atención dice: “Pensar las problemáticas de la subjetivación y la formación educativa como un déficit de ciertas funciones o como un problema de aprendizaje es incurrir en un doble reduccionismo.”

¿Cuál es su opinión respecto del ADD y ADHD?

-El ADHD es un “constructo” que en primer lugar no es el resultado de una práctica, de un proceso diagnóstico que resguarde la singularidad de cada niño. Es producto de la utilización de una técnica clasificatoria. Y las sociedades seducidas por paradigmas tecnocráticos encuentran un gran alivio en delimitar técnicamente un problema y hallarle una solución acorde. De este modo se simplifica burdamente la complejidad de la pregunta que los niños desatentos e inquietos nos hacen como parte de una infancia nacida en condiciones diferentes, con padres desbordados y maestros carentes de la investidura que su tarea requiere. Investidura que no le dan los alumnos porque tampoco se las da la sociedad.
Parece que definir una entidad “médica”, no importa con cuanta inconsistencia, que no es tan “grave” (como podría serlo la psicosis o el autismo en la infancia), permite que los padres desbordados puedan asociarse y luchar por un lugar diferenciado para sus hijos. Más aún, depositar en un recurso farmacológico la respuesta es como un bálsamo ante el dolor, como un bote en la tempestad.
Entonces aparece “la” solución. Algo que hace las cosas más fáciles, sobre todo para los padres, aunque también para los maestros. ¿Porqué preocuparse entonces?¿Por qué no escuchar la demanda de los maestros que, a veces, la piden a gritos para acallar los gritos de sus alumnos? ¿Porqué arruinar esa facilitación a que finalmente los padres han accedido luego de décadas de “escuelas para padres”, psicoanálisis y doctores Spock? ¿Es nada más que una malsana envidia pues ellos han encontrado la píldora de la felicidad para la crianza y el aprendizaje?
La situación viene siendo mayoritariamente considerada por profesionales, docentes y buena parte de los medios de comunicación como un problema de aprendizaje y comportamiento que responde a un déficit, de atención, de concentración y, en última instancia, de dopamina. Claro que no hay evidencias nítidas de alteraciones orgánicas, pero ¿por qué no considerar que estos niños tienen alteraciones, “disfunciones” o “disbalances” en ese territorio que sería razón y sustrato de todo: el cuerpo neurobiológicamente pensado?
Las nuevas estrategias no se preguntan tantas cosas como antes y apuntan a resolver el problema rápidamente. Para ello están las técnicas re-educativas y los medicamentos.
Desde esta perspectiva, con la certeza de lo que tienen, -ADD- o mejor dicho, de lo que no tienen -dopamina- y asegurados de proveérsela a través de medicamentos adecuados, ¿por y para qué detenerse y perder tiempo en lo que les pasa?
Entonces el problema ya no es nuestro, de los adultos, de los padres y los maestros. Es de los niños. No hay porqué preocuparse ni responsabilizarse por analizar, pensar, cambiar en algo el mundo que les proponemos y los medios para que se integren a él. Son ellos los que padecen porque no se adaptan, no aprenden, no se integran, no rinden.
Yo pongo en duda que eso sea así, tal vez sufren y padecen de otras cosas, están acelerados, dispersos y desbordados por cuestiones que no encuentran su fundamento en la neuroquímica de sus cerebros, aunque la implique. Porque que nuestro órgano del pensar sea sede y base molecular de todos los procesos cognitivos y afectivos no implica que allí haya que buscar sus causas.
¿Qué clase de atención estamos prestando a esto? Una atención cuantitativa, porque estamos pensando en términos de déficit. Lo que es absolutamente burdo. Y soslayamos así los matices cualitativos. ¿Dónde va, qué hacen ellos con la atención que no nos prestan?
Nosotros pretendemos llamar la atención sobre otras cosas. En principio sobre los chicos de hoy. Sobre su realidad y sobre los discursos que pretendan dar cuenta de ella. Y sobre cómo esto que aparece con la certeza de un rótulo y la comodidad de una solución técnica (una pastilla) es síntoma de una época que no puede prestarse atención, que no puede pensarse a sí misma.
Porque en la modernidad se hablaba de infancia, pero poco a poco el término se pluralizó y comenzó a hablarse y escribirse como infancias. Actualmente hablamos y escribimos sobre los “niños de hoy”. Preguntarnos entonces por la infancia y muy en especial por sus problemáticas permite profundizar en procesos históricos que inciden en las modalidades de lazo social que entablamos, esto es, las maneras como nos vinculamos, pensamos y compartimos la vida.
Pensar las problemáticas de la subjetivación y la formación educativa como un déficit de ciertas funciones o como un problema de aprendizaje es incurrir en un doble reduccionismo. Ni la atención está en déficit, sino que inviste otros objetos y personajes significativos en la vida de los niños, ni la problemática educativa puede cargarse, como dificultad personal en el aprendizaje, sobre los hombros de quien trabajosamente abre su sensibilidad y su pensamiento a un mundo nuevo de saberes. En ambos casos se pierde de vista la complejidad de las vicisitudes por las que un sujeto se apropia -y es apropiado a su vez- por una época, un linaje y una lengua. Y la responsabilidad social que nos cabe como adultos que producimos y reproducimos el mundo que los recibe.
Nosotros decimos que la atención no está en déficit. Lo que ocurre es que no está disponible, está enfocada en otros intereses y objetos cuya investidura la atrae. Y por eso no se presta, porque cada quien presta a quien sabe de antemano que le va a devolver. Tal vez la escuela no devuelve bien estos préstamos.

Finalmente se va creando un problema pues padres, maestros y laboratorios que llegan a unir sus voces en proyectos muchas veces descarrilados que intentan convertir el ADD en una discapacidad. Parasitados por concepciones biologistas y por intereses mercadotécnicos estos proyectos que incluso alcanzan el rango legislativo deben ser revisados a la luz de otras concepciones que incluyan la responsabilidad de los sujetos como eje vertebrador y la ciudadanización como horizonte integrador.

-¿Qué crítica le haría al abordaje del ADD/ADHD?
-Respecto al abordaje que predomina en los medios y en ciertas escuelas que tiende y pretende convertirse en hegemónico, tenemos muchas críticas para hacerle. En primer lugar que le pone un nombre, una sigla en verdad, a un conjunto de problemas diversos que sufren chicos muy diversos entre sí. Una colega estuvo hace poco en un “Juvi”, un reformatorio para jóvenes en Hillcrest, EEUU. Allí había cuarenta jóvenes con problemas serios, muy diferentes entre sí. Pero absolutamente todos estaban clasificados como ADHD y todos tomaban Ritalina.
Otro ejemplo: la “escala de Conners” -que es una serie de preguntas sobre la conducta escolar de los chicos que se suele entregar a los maestros- fue puesta a prueba en un reciente trabajo realizado por el Policlínico de Neuquén. Sobre 1.300 alumnos evaluados por su intermedio, nada menos que el 48%... padecía de ADHD!

-¿Cual es su propuesta al respecto?
-Como se desprende de la crítica sólo recuperando el valor y la reflexión sobre ciertas prácticas sociales como la crianza que requiere ser repensada en el mundo de hoy, de la educación y el lugar decreciente que ocupa en relación a múltiples formas de aprendizaje informales que la desplazan, del diagnóstico sustituido por técnicas, de la singularidad que sólo puede ser rescatada en espacios psicoterapéuticos cuando están indicados, de los criterios restringidos de empleo de medicamentos en niños. No hay recetas. Hay que generar un movimiento que, reflexionando sobre el malestar en la infancia en nuestra cultura, se plantee soluciones abarcativas donde lo educativo, lo cultural y o terapéutico se entramen éticamente. En esa línea hemos presentado un Documento al Ministro de Educación y estamos trabajando con el Ministerio de Salud pública. Por lo pronto tenemos el auspicio de los dos ministerios y presentamos un borrador de documento para ser debatido con docentes y directivos de escuelas sobre el tema de la desatención.

-¿Cómo surgió la idea del Simposio?
-La idea surge de una preocupación común de un conjunto de profesionales del campo “psi” que constituimos Forumadd con quienes compartimos la preocupación de llevar adelante cotidianamente una práctica profesional guiada por parámetros éticos que es crítica con los análisis superficiales y las soluciones fáciles. Muchos de nosotros redactamos y firmamos anteriormente un Consenso de Expertos de gran difusión donde cuestionamos la manera de definir y encarar un problema real. Un problema que ha poblado nuestras aulas en los últimos años de un modo sospechosamente “epidémico” de niños que se distraen con facilidad, se muestran desatentos y con dificultades para los aprendizajes formales. Niños inquietos, que presentan reacciones impulsivas y con dificultades para aceptar las normas y reglas que las situaciones del aula requieren
Compartimos además la inquietud de muchos colegas que a la distancia y alrededor del mundo se han hecho cargo también de esta preocupación. Thomas Armstrong iniciador en USA de un debate que cuestiona, como nosotros, el bio-reduccionismo que significa enmarcar toda desatención como ADD y considerar este supuesto cuadro como de origen biológico, hereditario y crónico. También discutimos los modos de clasificar y tratar el tema que derivan en un diagnóstico fácil con escalas cuestionables y prácticas terapéuticas que se reducen a la reeducación y la utilización de estimulantes.

-¿Qué expectativas tienen?
-Nuestra expectativa es reunir en un ámbito a quienes comparten nuestra preocupación a fin de ampliar nuestros intercambios y enriquecer los fundamentos de los que partimos. Para ello hemos convocado a referentes reconocidos cuya trayectoria y experiencia concreta merecen un espacio en el que pueda trascender. La convocatoria es amplia e interdisciplinaria y está organizada de manera que en cada mesa haya profesionales de diferente extracción y formación. Los ejes temáticos abarcan las dificultades diagnósticas, las medidas de detección, los problemas de aprendizaje que aparecen con mayor frecuencia, y los abordajes terapéuticos donde se destaca una importante crítica al reduccionismo imperante y a la subestimación de las implicancias de plantear como “solución” a un problema complejo la administración de psicofármacos.


Juan Vasen es Psicoanalista, Especialista en psiquiatría Infantil, Ex docente de Farmacología, Ex jefe de Sector en Hospital de Día e Internación en el Hospital Carolina Tobar garcía. Co-Fundador del Programa Cuidar-Cuidando. Coautor de "Del Invento a la Herramienta" (Polemos 1996) y Autor de "¿Post-mocositos?" (Lugar 2000), "Contacto Animal" (Letra Viva 2004) y "Fantasmas y Pastillas" (Letra Viva 2005) y de "La atención que no se presta" (Noveduc 2007).

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