Entrevistas

16 DE ABRIL DE 2007 | ENTREVISTA A ELINA DABAS

“Veinte años de redes sociales”

A un mes de coordinar un seminario en la provincia de Córdoba donde se generarán nuevas redes, Elina Dabas, fundadora de Fundared, nos cuenta acerca de su nuevo libro “Viviendo Redes”, y de su experiencia en el ámbito comunitario.

-¿Cómo fue que su trabajo se orientó hacia las redes sociales?

-Tal como lo escribí en un capítulo de Viviendo Redes, probablemente todo empezó en mi infancia cuando intentaba unir lo que aprendía de mi familia materna judía rusa con lo de mi familia paterna católica ortodoxa sirio libanesa. Obviamente en aquél tiempo no sabía ni podía pensar explícitamente en términos de redes, pero gracias a aquel reportaje pude recuperar esa experiencia.
El trabajo me ha llevado a recorrer diversos afluentes. Tres décadas atrás inicié la práctica clínica con niños y adolescentes con problemas de adaptación escolar y aprendizaje. La posibilidad de poder preguntar y preguntarme cómo ayudar mejor a resolver estas dificultades, me llevaron a ampliar mi mirada y focalizar también en las familias y las escuelas a las que estos niños concurrían. Al mismo tiempo comenzaba una carrera académica como docente en la universidad, lo que me permitió impulsar algunos programas comunitarios. El corte abrupto que produjo la dictadura militar me apartó de todo vestigio de accionar institucional. A partir del regreso al sistema democrático, volví a la universidad y también comencé a desarrollar mi trabajo clínico en un hospital público en Buenos Aires y esta práctica me dio la posibilidad de hacer visibles las redes. Las características de esta institución pudieron haberse constituido en un obstáculo insalvable: largas listas de espera; derivaciones desprotegidas, cambio permanente de profesionales y falta de espacio para trabajar. A esto tenemos que agregar el predominio de una visión reduccionista de la salud, encerrada y aislante, que lleva, en la mayoría de los casos, a que los servicios de Salud Mental funcionen con la dinámica de un hospital psiquiátrico aunque estén inmersos en un hospital general. Todos estos obstáculos constituyeron la posibilidad de pensar en nuevos escenarios. En poco tiempo esta modalidad de trabajo se extendió a otras instituciones de salud.
En 1988 publiqué en un libro esta experiencia, lo que tuvo como consecuencia que muchos profesionales de diversas áreas me preguntaran si se podía trabajar con el enfoque de multifamilias en otros ámbitos. Entonces, decidí remar por los canales que se abrían. Esto generó una gran turbulencia en mi forma de pensar, de actuar y de vivir la vida. De la cotidianeidad citadina en una metrópolis que aspira a parecer europea y del primer mundo, académica y profesional, pasé a encontrarme con los múltiples rostros latinoamericanos. En este camino he encontrado innumerables personas, maestros, que me ayudaron a pensar, que estimularon mis ganas de crear, de innovar. En los años 80 tuvo mucha importancia el encuentro con Carlos Sluzki, con quien me formé en el Mental Research Institute de Palo Alto. También fue muy significativo aprender allí la modalidad de trabajo de Salvador Minuchin. Ambos desarrollaban un tipo de trabajo terapéutico que incluía a las familias y no sólo a los individuos. Más aún, ninguno se restringía exclusivamente a los límites familiares, en la medida en que ambos tenían clara la importancia de la comunidad más amplia. La experiencia de Multifamilias, daba resultados excelentes en términos de reformular el problema inicial de la consulta en muy poco tiempo, promoviendo cambios importantes en los niños y niñas, consensuados por sus padres, sus maestros y ellos mismos. Seguimos adelante a pesar de las dificultades que nos planteaban las múltiples preguntas que a diario recibíamos. En este tramo del camino nos encontramos con Mony Elkaim, quien trabajaba con familias árabes migrantes en un suburbio de Bruselas y a partir de su experiencia comenzó a valorizar la importancia de los vínculos que se daban entre ellas. Este trabajo con/en la comunidad le permitió ver que "cuando las personas que tienen un problema similar lo comparten, se produce la ruptura del aislamiento que sienten frente al mismo”, y que esto, en sí mismo, tenía un efecto terapéutico. La presencia de Elkaim en Buenos Aires en el año 1987, la posibilidad de trabajar en conjunto con una “multi”, sus comentarios agudos, el estímulo que brindó a nuestro equipo y la legitimación que realizó de nuestro trabajo en la “comunidad terapéutica”, nos impulsó a seguir investigando por nuevos senderos.
Hacia finales de los 80, se produjeron otros dos encuentros importantes en mi itinerario: uno con Ross Speck y el otro con Johan Klefbeck. Speck había publicado un libro que fue una de mis primeras lecturas cuando comencé a trabajar este enfoque. A medida que desarrollaba y enriquecía la práctica, iba encontrando en ese texto nuevas perspectivas, pues lo que aprendemos siempre está en relación a nuestras preguntas, al contexto de vida en que hacemos la lectura, con quienes la compartimos y en que red la enlazamos. En este libro, Speck inaugura la idea del “efecto red”, que es lo que se produce cuando un colectivo descubre que juntos pueden lograr algo distinto a cuando lo intentaban por separado. En las “asambleas de red” que él convocaba, observaba la producción de una retribalización, es decir, se reactivaba y reconfiguraba la red vincular de todos los participantes. Este acto de “retribalización” posibilitaba, a través de la emoción y los afectos, que se hiciera visible lo que permanecía invisible a los ojos. Esta “capacidad de visibilizar las redes” es uno de los elementos más importantes del pensamiento y de las prácticas desde la perspectiva de las redes sociales. Esto abrió en mí una comprensión totalmente diferente: había que hacer visible, no armar, construir.

-¿Cómo surgió la idea de compilar trabajos para el libro?
-El libro es una producción de autores distintos, pero entramados, ya que cada uno de sus artículos fueron discutidos en el espacio de Colectivo Escritura. Durante un año nos reunimos quincenalmente para preguntarnos acerca de nuestros propios textos. Descubrimos que era más fácil leer a otros (y criticarlos) que a nosotros mismos. Sin embargo, logramos integrar las diversas voces en la reescritura, lo cual hace que este libro refleje en cada página la vinculación permanente entre el pensamiento y las prácticas de todos sus autores. De este modo, encarna en sus páginas los principales atributos de las redes. No sólo la intensidad de los vínculos, sino también la diversidad de experiencias, historias de vida, trayectos profesionales. Pone en juego los distintos escenarios donde éstas se desarrollan. Además, rescata que éstos son los “lugares donde acontecen sucesos”, quebrando las divisiones clásicas de disciplinas, sectores, programas o jurisdicciones, los cuales impiden el fortalecimiento del lazo social. Demuestra que cualquier práctica social puede ser pensada desde el enfoque de redes. Aunque esto no implica solamente una dimensión cognitiva.
Este enfoque provoca pensar, actuar y vivir de otro modo, y esto sólo podemos llevarlo a cabo desde una perspectiva multidimensional, que incluye la dimensión ética, la estética, y la dimensión política.
Este libro es una señal de que continuamos viviendo porque cada vez más nos estamos animando a experimentar el enigma de la cohesión, como Robert Castel lo señalara.

-En el libro hay un capitulo sobre Redes y Salud, cuál es su postura?
-Un desafío actual para las organizaciones de salud, profesionales y diversos actores vinculados con esta actividad, es favorecer modalidades de trabajo que posibiliten alejarse de la concepción prescindente de los saberes y experiencias de las diversas personas, diagramando acciones desde una posición centralista piramidal. Las estrategias, basadas en un marco epistemológico diferente al utilizado habitualmente, residen en desarrollar prácticas que recuperen la experiencia de pertenencia y abran nuevas alternativas de organización a través del desarrollo de organizaciones visualizadas como redes y trabajando en red. Sin embargo, esta posición nos enfrenta con un riesgo: concebir las redes como una nueva “moda” organizativa. Pareciera, para algunos, que ahí está el cambio, en la denominación. Pero observamos que ahí no reside la transformación: “se” habla de red pero las prácticas están sin embargo concebidas desde la metáfora piramidal; los diversos actores sociales son ignorados y el operador continúa actuando como “externo” al campo de intervención. En una exploración acerca de los procedimientos para “el armado” de redes, observamos que en estos intentos, se confunde la organización de las mismas con la perspectiva de la dinámica fluida de la red. Es decir que adopta la concepción organizacionista, centrada en el trabajo del diseño en lugar del trabajo basado en el diagrama conjunto y desde la dinámica vincular.
Las estrategias basadas en el enfoque de red, tienden fundamentalmente al fortalecimiento del lazo social promoviendo nuevos aprendizajes a partir de una práctica social diferente. Promueve la restitución comunitaria, como un modo de recuperar las modalidades sociales de resolución de situaciones que son percibidas como problemas y generando nuevos procesos de producción de subjetividad.

-¿Cuál es el trabajo que realiza en Fundared?
-He sido la creadora de FUNDARED (Fundación para el desarrollo y la promoción de las redes sociales) en el año 1989. Ejercí durante todos estos años la presidencia y la dirección, generando junto a distintos equipos la posibilidad de capacitar, asesorar y coordinar proyectos desde el enfoque de redes. Hemos generado numerosas publicaciones, por lo cual es un trabajo que vengo realizando con distintas facetas a lo largo de 17 años. Fundamentalmente y a modo de síntesis puedo decir que desde FUNDARED he contribuido -junto con colaboradores, alumnos y miembros de diversas comunidades- a difundir el pensamiento y accionar en red. Actualmente continuo ejerciendo la presidencia, desarrollo tareas de asesoría y consultoría y hay un excelente equipo de dirección ejecutiva y técnica.

-¿Cuáles son las necesidades actuales dentro de los programas en Salud, en el área comunitaria?
-Respecto a este tema nos encontramos con un gran interrogante:
¿Cómo pensar y hacer en salud desde una perspectiva que visualice procesos vitales y no sólo la enfermedad? Las respuestas que podemos dar dependen de nuestra forma de pensar, sentir y hacer no sólo en lo profesional sino en nuestra propia vida. Los desarrollos del pensamiento complejo nos señalan que el observador está presente en lo que observa; que no hay objetividad posible.
Un gran interrogante emergente es cómo construir un abordaje capaz de contener la dinámica de la vida y que permita religar aquello que la simplicidad escindió: el cuerpo y la mente, el individuo y la sociedad, lo público y lo privado, el hombre y la naturaleza. Salir del universo de la simplicidad implica adentrarse en los territorios de la diversidad y nos lleva a considerar que la capacidad de comunicar y establecer vínculos es fundamental para el desarrollo de nuevas perspectivas y prácticas de salud que van mucho más allá del saber-hacer médico. La Salud, como institución, pertenece al ámbito social en su conjunto y su accionar deviene de prácticas de construcción colectiva, por lo cual el pensamiento de la complejidad cuestiona su clausura en un “coto privado” de expertos. Consideramos que la salud debe pensarse en referencia al itinerario que la misma vida fija, a los valores que el hombre construye, a las prácticas culturales que le dan sentido.
La noción de salud comunitaria está definida como un campo de prácticas; tiene una dimensión histórica y no se limita a lo médico; se jerarquizan los determinantes sociales ; existe un compromiso de producción de conocimiento para la acción y eliminación de desigualdades en salud y con la lucha por la inclusión social y la construcción de ciudadanía social.
Las propuestas que parten de esta concepción promueven el trabajo en red, ya que se basan en la firme convicción de que cada comunidad, hasta el propio mundo, pueden existir porque está construido por todos.
¿Cómo pensar los diversos niveles de intervención y de organización en los Programas de Salud Comunitaria desde la perspectiva de redes?
Un camino posible es reconstruir un itinerario que algunos pensadores y científicos atravesaron, el cual aparece iluminado por las propuestas actuales acerca del enfoque de la complejidad. Estos desarrollos, lejos de proponerse como “teorías ejemplares” desde las cuales abordar las redes, abonan un campo de metáforas a través de las cuales circular desde esta perspectiva. A través de ellas las diversas prácticas sociales pueden ser cartografiadas. Al ser reconocidas, abren un proceso de reflexión e interrogación, alejado tanto de “verdades” como de “tecnologías” salvadoras.
Por ahora, puntualizaremos que las redes, en tanto preexistentes a toda intervención, se activan y re-organizan a través de un problema sentido por todos, a partir de una necesidad no resuelta aun o insatisfactoriamente tratada.


Elina Dabas es Lic. en Ciencias de la Educación (UBA), presidente de FUNDARED, Miembro del Comité Académico y docente de la Maestría en Salud Familiar y Comunitaria, Facultad de Ciencias de la Salud, Universidad Nacional de Entre Ríos. Docente postgrado en la Facultad de Psicología Universidad de Buenos Aires. Docente de seminarios de postgrado en Universidad de la República de Uruguay, Universidad Católica de Chile; Universidad de Valparaíso y Universidad Católica de Lima. Directora y Consultora de diversos programas de desarrollo, evaluaciones e investigaciones en Salud, Educación y Desarrollo Social. Autora de los libros: Los Contextos del Aprendizaje, Red de redes. Las prácticas de intervención en redes sociales, Redes, el lenguaje de los vínculos. Hacia la reconstrucción y el fortalecimiento de la sociedad civil, Redes Sociales, Familias y Escuela, y Viviendo Redes.

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