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20 DE NOVIEMBRE DE 2006 | SU RELACIÓN CON LA ANOREXIA

Cuerpo: Un modelo para armar

En un ámbito donde se desdibuja la responsabilidad singular, los sujetos se eclipsan sin hacerse cargo de sus actos y las consecuencias de los mismos y se persigue el ideal de éxito a cualquier precio y de cualquier modo.

Por Stella Maris Rivadero
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El presente es vivido como inmodificable y continuo. Una sociedad que tras sus apariencias de socialización, desocializa, deslibera y fundamentalmente expulsa a los sujetos. Compensa el desinterés por el prójimo por la ascendente curiosidad como objeto.


Tomo una cita de Eva Lerner del correo de Diciembre de la EFBA, “la expansión de las relaciones capitalistas y la destrucción del antiguo mundo humano de las relaciones personales, transformaron en valor de cambio todo valor de uso y mercantilizaron toda relación humana".
Desde hace bastante tiempo me interroga y me preocupa el tema del cuerpo en la Subjetividad de la época y precisamente su mercantilización.

La imagen del cuerpo propio comienza en la infancia, en gran medida cómo un niño es nombrado, hablado, y mirado. Es muy importante el velo amoroso con que lo invisten los padres. Es en el segundo despertar sexual, que se actualiza el esquema corporal, y en los diferentes momentos de la vida se resignifica nuevamente dicho esquema. Miradas que afectan la imagen del sujeto, ya que el estadio del espejo no sólo es la asunción que el sujeto debe hacer de su propia imagen, sino que el momento pleno del estadio del espejo es cuando el sujeto voltea su mirada y recibe la aprobación del Otro. Aprobación que no siempre está disponible, ya que el Otro puede mirar el fondo del espejo y ver una imagen virtual para su propia satisfacción, con las consecuencias que conocemos en la clínica, cuando no se puede ver a un niño real con su propia reserva libidinal, eso que escapa al campo del Otro, y que permite constituir su agalma.
Espejo que viene no sólo del mundo de los padres, sino también del grupo de pares y de la demanda social y cultural, que fija pautas para un cuerpo- modelo para armar- que no siempre contempla las diferencias individuales de la genética propia y de los distintos tiempos de subjetivación de cada quien en la asunción de lo nuevo.
Por un lado la niña debe recibir autorización de ser mujer por parte de su madre, y de su padre, significantes del Otro voz y mirada. Del lado paterno es necesaria una mirada que la ubique como diferente a su madre, mirada que asimismo ella pesquisa buscando un signo de lo que significa para él que ella se está convirtiendo en mujercita y del lado materno es necesario que ésta haga lugar a esa otra mujercita que está creciendo, pero esa autorización no siempre es otorgada propiciatoriamente, a veces se ve complicada por la misma rivalidad que una madre puede tener con su hija y por la particularidad que envuelve a la relación, madre-hija o por el déficit paterno o por una conjunción de ambos. En cuanto al varón la donación de los atributos fálicos visten y dignifican su cuerpo y su imagen.
De allí que muchas dificultades con el cuerpo aparezcan en este período de la vida: trastornos de la alimentación, exposición a situaciones riesgosas, adicciones, retoques estéticos y que se reactualizan en otros tiempos vitales de modificación de la escena y del cuerpo: climaterio, andropausia,
Llegan a mi consulta cada vez más, jóvenes adolescentes –varones y mujeres- , en mayor proporción de estas últimas, excesivamente preocupados por la imagen de sus cuerpos, contando que tienen "algunos retoques", pero avisando que vendrán más con el paso de los años, y seguramente también con el avance de la ciencia.
Estos comentarios al pasar, sobre "los retoques", no son motivo de pregunta ni de angustia. Como sí lo son los trastornos de la alimentación, que afectan no sólo la imagen, sino también la salud, la anorexia y la bulimia son este contexto, trastornos que presentan distintos niveles de gravedad y complejidad. La comida es un momento de comunión y de relación con el semejante, además de ser el alimento el primer vínculo entre la madre y el niño. La prematurez del cachorro humano hace que dependa enteramente del Otro para satisfacer sus necesidades primarias.
Tanto la anorexia -no desear comer- como la bulimia -llenarse de comida- no importa que- pueden ser síntomas pasajeros y alternantes en la vida de cualquiera, excluyendo los casos graves son algunos de los múltiples recursos con los que el sujeto cuenta frente a situaciones de pérdida, de angustia, de duelos, no nos detendremos en estos conceptos en el plano alimenticio sino en relación a la pregnancia imaginaria de esos figuras corporales.
La denominada anoréxica llama al deseo (voz y mirada del otro) ofreciendo su propia cadaverización. Así mantiene a la familia escrutando continuamente su cuerpo, intentando la hazaña de sostener en una familia no deseante el deseo vivo sobre ella todo el tiempo. En la bulimia ella intenta atraer la mirada del otro, pero ofreciendo su cuerpo a la deformación para que el otro acuda y vea aquello que no ve. En este trastorno el sujeto transa con un goce obsceno y come una comida repugnante que no participa de las reglas del banquete. A la ingesta excesiva, sin posibilidad de elección se suceden los vómitos, los laxantes, los períodos de ayuno o las dietas locas. Es un llamado a la ley paterna, que ponga coto a las demandas maternas, que impiden el corte, la separación y crecimiento.
Los retoques cosméticos, que implican cirugía, anestesia, es decir riesgo quirúrgico, no son motivo de consulta, ni aparecen en el discurso de los analizantes, salvo como hechos consumados, o ante la eventual necesidad de ausentarse de las sesiones por algún período que implique el postoperatorio o la cirugía en sí.
Ante alguna pregunta respecto al por qué de dichas operaciones, alguna respuesta efímera del orden de "una amiga se lo hizo", "esta parte mía no me gustaba". Me pregunto de qué modo afecta a. la subjetividad estas marcas en el cuerpo, que la ciencia oferta en el mercado, ligado a un ideal de perfección y de que "todo es posible". La ciencia forcluye al sujeto, cree que es posible borrar la falta, la falta de totalidad del saber absoluto. ¿Qué futuro tendrán esos cuerpos – transformados en soma- qué buscarán más allá? ¿Qué lugar queda para lo Real y Simbólico del cuerpo? Esa desenfrenada avidez por modificar permanentemente el cuerpo que caracteriza a la época en que se inscribe y se marca el ideal del cuerpo. ¿Pero de qué cuerpo se trata?
En el siglo IV la mujer era un adorno, si leemos crónicas de esa época, el ideal de belleza, pasaba por la debilidad, lo enfermizo, lo pálido, la mujer estaba confinada al seno de su casa. Cada época fue marcando distintos tipos de modelos: desde el interior de la vida privada hacia el escenario de lo público, desde gestos y modales convencionales a la vestimenta en las distintas escenas. Los cambios de la imagen se efectuaban fundamentalmente sobre el vestido, es decir aquello que porta el cuerpo.
En este último tiempo la pregnancia es la mostración, la comparación en la escena pública, jugado sobre el cuerpo propio
Reciclaje de una armadura donde cada porción queda elevada a categoría de un ideal a alcanzar. ¿Cuál es el lugar para la marca diferencial?

Ante la dificultad de encontrar un Otro primodial, que soporten la pregunta ¿Qué quiere el Otro de mí?, respondan mostrando su deseo, donde reine el valor que transmite la "ley del Padre, que ordena que "todo no se puede", que hay que renunciar a algo para poder desear, es decir se desea de acuerdo a la ley. Los objetos de consumo que la sociedad ofrece permanentemente no llenan el deseo humano, ya que éste es una cifra original y particular de cada sujeto.
Es sólo apartando el goce de la madre de sujetar al niño como tapón de la falta, que se permite que se ejerza el Nombre del Padre, que por otro lado es la traza real de lo Simbólico, que se contee el trazo en la metáfora Sin la intervención del cuerpo no hay conteo. Que el padre garantice la función del síntoma paradojalmente es que garantiza el límite al goce fálico, garantiza la no forclusión del cogito.
Actualmente esa legalidad que otorga valor a la dignidad humana que implica la diferencia, se encuentra degradada o humillada, renegando del valor que tiene para la subjetividad. Cuando el superyó arrasa con la palabra sólo es ojo ciego y una voz que atraviesa el tímpano, se pierde la dimensión de lo íntimo, cuando arrasa con el ideal que es Simbólico también arrasa con el objeto que el Ideal vela. Los objetos de consumo que la sociedad ofrece permanentemente no llenan el deseo humano, ya que éste es una cifra original y particular de cada sujeto.
Tantos adolescentes como adultos se encuentran inmersos en la demanda social de uniformidad, belleza y borramiento de las diferencias. Se ha incrementado las cirugías para borrar aquello que aparezca como marca diferente, las trazas del paso del tiempo son consideradas horrorosas, o lo que se considere una "deformidad", alteridad en el semejante que rompa un ideal estético de renegación de las diferencias. Pareciera que pulsa una relación tensa entre el Ideal del cuerpo y aquello que parece como del orden del imperativo superyoico que constriñe al cuerpo al goce de la perfección.
Por un lado la oferta de programas de cuidado y salud del cuerpo, suponiendo un sujeto deseante que decide y paradojalmente una demanda feroz de ajustarse a ciertos modelos que suponen éxito y prestigio. El cuerpo aparece como un fetiche, desapareciendo como cuerpo presentificándose como soma ofrecido a cualquier restauración, nuevos relieves, nuevas hendiduras, cambio de color de la piel, etc.
Se reniega de las marcas no sólo de la historia sino del unario genético que diferencia, pero que permite saber a que filiación se pertenece. Recordemos que lo diferente es segregado, enviado al campo de concentración, en el mundo de la banalidad el sujeto se consume, en lugar de consumarse y construirse, " el sujeto no termina en la piel de su cuerpo se anuda en relación al otro, el otro es parte de su nudo".
¿Qué es estar perdido? Un lugar se vuelve inefable e inasible cuando uno pierde los referentes en relación a los cuales ese lugar puede cobrar sentido. Si apostamos a que la ley paterna opere, indicando una ética del deseo y una estética del buen decir, también podremos tener una estética del cuerpo propio que escape a las leyes del mercado, de la globalización y de la homogeneización .La historia no sólo es historia de marcas psíquicas, sino también de marcas en el cuerpo.

Trabajo presentado en el Primer Congreso Argentino de Convergencia, movimiento lacaniano por el Psicoanálisis freudiano. "Psicoanálisis, lazo social y adversidad ".Diciembre de 2002. Buenos Aires Argentina

Mas informacion:
www.efba.org

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