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17 DE OCTUBRE DE 2006 | 13 DE OCTUBRE-DÍA DEL PSICÓLOGO

Me recibí de psicólogo… ¿y ahora?

Con motivo del día del psicólogo, celebrado el 13 de octubre, instituido por la Confederación de Psicología de la República Argentina (COPRA) en el "Encuentro Nacional de Psicólogos y Estudiantes de Psicología", realizado entre el 11 y el 13 de octubre de 1974. Silvia Tomás, Psicoanalista, Coordinadora Docente y Supervisora del Centro Dos, escribió este artículo, a modo de reflexión.

Por Lic. Silvia Tomás
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Terminar la Universidad puede equivaler a pensar que se llegó al fin del objetivo propuesto en el inicio; eso es verdad, pero tal vez sólo en parte.

Porque si a lo largo del transcurso de esta “carrera” ocurrió que el corredor se tropezara con alguna palabra proveniente -tal vez- de los grandes maestros que se leen en psicología (Freud, Lacan, Klein, en fin…) o tal vez con los dichos de algún dictante que con su decir rozó la subjetividad del que escucha, los resultados puden ser otros.
Valen algunas palabras sobre lo acontecido en mi historia para explicarme: efectivamente esa palabra tocante existió y empujó para que me lanzara con fuerza y con gran interés a la experiencia del análisis.
Experiencia del análisis que me permitió un renacer de la subjetividad. El interés por el Inconciente se hizo cada vez más fuerte.
Las palabras, con sus resonancias estremecedoras, dieron cuenta cada vez más ampliamente de ese Otro espacio.
La sensación de nacer de nuevo de un modo intenso e inédito abrieron las puertas del deseo.
Así, en los finales de mi cursada en la universidad, en lugar de pensar en algo que se terminaba, tuve la sensación de que más bien algo se iniciaba. Pero no era un inicio ¿cómo decir? evolutivo, sino que era el inicio del relanzamiento, que es más que un punto de partida, un continuo poner a andar.
Pienso que hoy por hoy, donde no sólo en la Argentina sino también en el mundo, el deseo está amordazado y degradado, es imprescindible destacarlo (lo que no es ninguna novedad) como motor del movimiento.
En este sentido no podría dar recetas universales, estandarizadas que respondan a fantasmas prefabricados, “pret a porter” en distintos talles: small, mediun o large porque sinceramente no creo en ellos y si a alguna vez funcionan son de cortísimo alcance.

Sí puedo invitar a quienes hayan llegado a ese punto de la carrera, si es que tuvieron esa experiencia del “touche”, a servirse da tal acontecimiento, a no anularlo, a no aplastarlo, es decir… a no profugarse.
Considero que es solamente siguiendo las vías del propio deseo -que sin duda es a des-cubrir- que uno podrá saber por dónde empezar, de qué manera hacerlo.
Recuerdo, de paso, los dichos de una docente a quien apreciaba y a la que, a punto de recibirme interrogué en una charla de pasillo, ella me respondió: “¿que cómo empezar…? pues andando”.
Esas palabras no me dieron la respuesta que esperaba (lo cual para Lacan constituye la verdadera respuesta, aquella que no se espera), en cambio me trajeron la voz de Juan Manuel Serrat, y les aseguro que no se trataba de una alucinación auditiva:

Caminante, no hay camino…se hace camino al andar.

La residencia hospitalaria, un camino posible

Si de la búsqueda del propio camino se trata, algunos de los egresados deciden rendir el examen de residencia hospitalaria, lo cual constituye una posibilidad por demás interesante, en la cual un profesional podría formarse en la praxis contando con supervisión y el contacto con otros colegas, recibiendo una paga, cuestión muy en desuso en el campo de la psicología en cuanto al orden estatal se refiere.
El punto particular de nuestra realidad en la Argentina (que, como bien sabemos, dista muchísimo de ser amable) es que sobre una base cuantiosa de psicólogos que se presentan a rendir el examen, el cupo disponible para la residencia es pequeñísimo.
Así, la presión que se siente se redobla ya que además de experimentar las sensaciones de inseguridad y temor lógicas de toda situación de riesgo se suma el factor de que el cupo de entrada será minúsculo.
¿Qué hacer entonces para alguien que ha tomado esta decisión porque desea hacerlo? ¿No presentarse? ¿Desistir de la idea? ¿Rendir el examen con la exigencia del superyo, que manda a vencer o morir, o como última opción nos deja aplastados en caso de no aprobar?
Puede ser… pero tal vez existan otras opciones mas edificantes para el que, como digo, se haya interesado en presentarse a esta convocatoria.
Para empezar, es importante poder ver que ya el solo hecho de haber decidido el intento posibilita al psicólogo ponerse en contacto con un material muy vasto y diverso, que de otra forma rara vez se leería, debido a que los marcos teóricos que se barajan en las preguntas son eclécticos y, por tanto, difícilmente sean todos del interés de un mismo profesional.
Probablemente en algún momento de la preparación de dicho material existió la ocasión de compartir con otros, en una mesa de café, los contenidos y las expectativas, y por qué no los temores.
Luego, el encuentro con las preguntas formuladas en el examen permite al interesado ver que quedó en el colador de esa preparación tan trabajosa y cómo pudo de alguna manera incorporar ese aprendizaje.
De allí en más, si el resultado del examen es positivo, ¡¿qué decir…?! Pero si no lo fuera, si el que rinde el examen no hubiera cumplido el objetivo de ingresar como residente, no podría darse por perdido el tiempo y la dedicación brindada a esta decisión.
Más bien creo que todo lo contrario, se tratará entonces de una ganancia de otro orden.
Tal vez experiencia –mucha gente aprueba en un segundo y hasta en un tercer intento-, quizás la posibilidad de maniobrar un material desconocido o el lazo establecido con los otros; rara vez queden anotados en pura pérdida.
En todo caso, toda decisión que pueda llamarse acto conlleva cierta pérdida, o por lo menos la posibilidad de la misma; si no pudiéramos confrontarnos con ella, les aseguro que no nos moveríamos, como le paso a Narciso, que -según cuentan- por no romper la imagen de su rostro reflejada en el agua del lago, se murió de sed.

Lic. Silvia Tomás es Psicoanalista, Coordinadora Docente y Supervisora del Centro Dos.

Mas informacion:
www.centrodos.com.ar

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