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Por Diario La Gaceta

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“Hay una parte importante de la población que ha perdido la noción de futuro: cuando éramos niños, todavía en este país los padres estaban convencidos de que el futuro de sus hijos estaba en la educación. Hoy, los padres tienen pocas expectativas de que eso sea así. En las clases más altas, los niños están sometidos a jornadas de estudio de 10 a 12 horas, que son como las jornadas laborales de los pequeños carboneros del siglo XIX. Y el sistema pretende, además, que en sus casas sigan haciendo tareas. Estos niños salen de clases como si fueran ejecutivos saliendo del aeropuerto con sus carritos; clases donde se transmite información y no formación de pensamiento, y donde la información que se les da, tiende a ser obsoleta por muchos años”. Así describió el panorama de la educación hoy, en Argentina, la doctora en Psicoanálisis Silvia Bleichmar. La especialista en psiquismo infantil, y premiada este año con el Konex de Platino a la trayectoria, se encuentra en nuestra provincia como disertante del Congreso Internacional de Investigación en Psicoanálisis y Ciencias Sociales que culminó ayer.

La especialista señaló -durante una charla con LA GACETA- que el problema que se plantea hoy como problema de aprendizaje de los chicos es el planteo de cómo se va a instrumentar una forma de construcción de conocimientos que no pase “por atiborrarles la cabeza con información que no les sirve para nada durante esas 12 horas diarias“. “El terror que hay hoy en la sociedad de que los niños vivan peor que sus abuelos, hace que los padres metan a sus hijos, a veces, en cadenas de estudio en los cuales, si se trata de Mercosur, estudian portugués, si invierte Japón, aprenden japonés; con lo cual la educación privada está a la deriva, y la escuela pública se sostiene por una gran cantidad de niños que aparecen socialmente como privados de futuro. Todo esto incrementa los déficit de aprendizaje que tenemos”, dijo Bleichmar, quien es miembro del Observatorio de Violencia Escolar del Ministerio de Educación de la Nación.

Una preocupación

La especialista, doctorada en la Universidad de París VII, aseguró que preocupa a la sociedad la pérdida de referentes para la educación. En lo particular, no solamente al hecho de que no hay respuestas, sino a que es difícil hoy formular las preguntas: los padres están como desconcertados y los colegios también. Y el otro tema preocupante son las nuevas formas en la sexualidad y los problemas que tienen que ver con trastornos de identidad o constitución de nuevas identidades sexuales, incluidos casos de transexualismo infantil.
Según la psicoanalista, lo más importante que se está discutiendo hoy es cómo salir de la opción que implica una cierta naturalización de la sexualidad, que la especialista no comparte. “Uno de los problemas es el reconocimiento del otro como compañero de la sexualidad o como el cuerpo sobre el cual se ejerce la sexualidad, y al mismo tiempo se discute el moralismo religioso que imposibilita que los jóvenes encuentren una vía adecuada para su sexualidad. Sobre estas bases estamos construyendo un intento de una opción que no desnaturalice la sexualidad y que al mismo tiempo no la pecaminice: que ponga el acento en que la relación sexual es una relación con otro y no sobre otro”, dijo. Respecto de poner límites a los chicos, Bleichmar aseguró que hay que cambiar esa idea por la idea de construir legalidades. “No hay ninguna sociedad que pueda sobrevivir solamente poniendo límites a las conductas incorrectas; no hay sociedad que pueda vivir sin una base de seguridad. La seguridad es parte de la incorporación interna de las normas; entre ellas el respeto al otro; la sociedad debe establecer reglas donde se penalice la impunidad contra el semejante”, dijo.


Reconstruir el país con ética

“Vivimos en un país donde se cambió una ética que tiene que ver con el respeto por el otro por una moral pragmática, en donde lo que importa es no ser culpabilizado. En mi época, una mamá decía: si robás me muero de vergüenza; y ahora las madres dicen: si robás te echan de la escuela. Estamos frente a una moral pragmática; y esto quiere decir que es imposible reconstruir un país si no recomponemos los términos del respeto por el otro”, aseveró la doctora Bleichmar.

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