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1 DE OCTUBRE DE 2006 | TERAPIA REICHIANA

Prevención e intervención clínica de las crisis puerperales

Para el desarrollo madurativo del ser humano quizás la fase más importante y decisoria es la que engloba la experiencia del embarazo, parto y los primeros nueve meses de vida. En este artículo analizaré brevemente algunas situaciones de alto riesgo para el bebé a partir de la dramática experiencia emocional y psicológica que viven algunas mujeres, al vivir lo que se conoce como “depresión posparto” y “psicosis puerperal”.

Por Xavier Serrano Hortelano
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Ambos síndromes psicopatológicos tienen puntos comunes pero también diferencias significativas que interesa remarcar para poder comprender mejor tanto las medidas preventivas posibles como las de intervención clínica.

Ambas situaciones se caracterizan porque se da en mujeres al poco de parir y sus crisis están muy relacionadas con la relación con sus bebés. De forma aguda la percepción y el estado de conciencia se ve alterado sin que la voluntad pueda hacer mucho para cambiar ese estado de cosas. Se vive una dinámica de mucho sufrimiento tanto en la madre como en las personas que están a su alrededor porque son procesos difíciles de comprender y que aparecen de forma bastante sorpresiva. El vínculo con los bebés se rompe alterándose sus ritmos biológicos y su proceso saludable de desarrollo emocional y psicosomático. Son por tanto situaciones de crisis que afectan fundamentalmente a la díada madre-bebé y por tanto no podemos verlo solo como una enfermedad de la mujer, sino como una crisis grave del ecosistema familiar cuyo desencadenante está localizado pero las consecuencias son para todo el sistema. Por ello, coherentemente, el abordaje preventivo y clínico debería de ser hacia la madre y el sistema en su globalidad.

La psicosis puerperal aparece después del parto. Puede ser inmediatamente o en las primeras horas o días. De forma inesperada la madre no siente ningún vínculo ni apego en relación a su bebe. Lo vive como algo extraño, incluso en ocasiones afirma no ser su bebé llegando en algunos casos a odiarlo hasta el punto de intentar matarlo. La denominación de “psicosis” tiene que ver con esta situación “escisiva” que vive la mujer a nivel cognitivo, existencial y emocional. Por un lado está observando lo que le ocurre y lo que hace sin poder evitarlo, y por otro “sabe” que no quiere hacerlo, que no debe hacerlo, que ella no es así y que no quería ser así. Según los casos ese “saber” es menor o mayor, llegando a estar ausente totalmente por lo que la mujer entra en un estado temporal diferente al de hacía unas horas. Por tanto podríamos hablar de “brote psicótico”, más que de “psicosis”.

Desde la medicina oficial no hay ninguna relación entre la experiencia del embarazo, la forma de parir y esa reacción puerperal, y se desconocen las causas. Las medidas de intervención incluyen la separación temporal del bebé de la madre y la prescripción psicofarmacológica con neurolépticos a dosis altas llegando incluso al internamiento temporal de la madre.

La depresión posparto es un proceso más gradual, que se produce después del parto a partir de la relación con el bebé. Progresivamente la madre se va sintiendo sin fuerza, sin energía, sin ganas para acometer ninguna tarea que tenga que ver con su bebé y se empieza a sentir una “mala madre” incapaz de asumir su función, siendo ella la que reclama atención, cuidados y cariño. En este caso la conciencia de la enfermedad es mayor y el sufrimiento se puede agravar por este motivo. Hay menos posibilidades de evitar el contacto con ese proceso disociativo que el caso de la psicosis puerperal. De ahí la denominación de “depresión”, siendo más exactamente una “crisis depresiva”. En este caso tampoco , desde la medicina oficial tampoco se acusa ninguna conexión con el período de embarazo o la experiencia del parto, ni se conocen las causas, siendo la medida de intervención psicofarmacológica.

En ambos casos la reacción de los compañeros y familiares suele ser de sorpresa y en una primera fase de cuestionamiento y recriminamiento hacia la madre por la supuesta actitud que está teniendo. Al conocer el diagnóstico algunos padres delegan toda la responsabilidad de la crianza en las abuelas o en el caso de que eso no funcionara por diversos motivos, siguen la alternativa que le propone el médico , desarrollándose graves crisis dentro de la pareja y, por tanto de todo el ecosistema familiar, lo cual agrava más la sensación de fracaso y la tendencia escisiva o disociativa en la madre en función de los procesos descritos.

Desde nuestro modelo, “ecología de sistemas humanos” , observamos estos trastornos como funcionales y consecuencia de una suma de variables que confluyen en un ecosistema familiar condicionado por la estructura psicosomática de la madre. Esto significa que solo en determinadas mujeres rodeadas de ciertas circunstancias se pueden dar este tipo de reacciones agudas psicopatológicas. Lo cual implica que en la intervención clínica pueden emplearse herramientas clínicas psicológicas y emocionales y que se pueden tomar medidas preventivas para evitarlas.

En nuestra experiencia con estos casos hemos ido observando empíricamente la validez de este postulado teórico , A través de la atención en crisis que desde la psicoterapia caracteroanalítica postreichiana hemos desarrollado con estas mujeres y sus ecosistemas familiares utilizando herramientas psicocorporales y sistémicas ,hemos tenido buenos resultados clínicos al mismo tiempo que hemos comprendido algunas de las causas que provocan estos trastornos ,lo cual nos ha permitido tenerlas presentes en la asistencia preventiva que realizamos durante el embarazo, el parto y el posparto y utilizar medidas específicas y propias con las mujeres y sus ecosistemas familiares que manifestaban señales que podían preveer el desarrollo de los síndromes descritos .
Veamos algunas conclusiones que son consecuencia del trabajo desarrollado por los equipos interdisciplinarios de profesionales de la salud pertenecientes a la “Escuela Española de Terapia Reichiana”(Es.TE.R.) en Valencia, Barcelona . Madrid y San Sebastián .

-En cuanto que el principal factor condicionante es la estructura psicosomática de la mujer (en el caso de la psicosis puerperal una estructura mimética, en el caso de una depresión postparto una estructura nuclear) pensamos que es muy importante que la mujer que desea quedarse embarazada o durante los dos primeros meses de embarazo se someta a un “diagnóstico inicial diferencial estructural” (D.I.D.E.) con profesionales especializados en el tema para determinar si hay alguna situación de riesgo a este respecto .

Las principales situaciones de riesgo de la mujer, propias de estas estructuras, hacen referencia a dinámicas históricas infantiles, como la experiencia traumática del propio parto, la falta de vínculo afectivo primario (primeros meses de vida) con su madre o posible sustituto y/o fuertes relaciones de dependencia e infantilización con su padre o su madre .Todo ello crea una base funcional que explicaría las reacciones tanto psicológicas y emocionales como neurohormonales propias de estos síndromes psicopatológicos. Es por ello que a nivel preventivo podemos utilizar todo el proceso de embarazo y de parto para introducir algunos elementos que frenen esta tendencia patológica a través de sesiones individuales con herramientas psicocorporales y energéticas a través de una relación terapéutica preferiblemente femenina.
Asimismo pensamos que es un factor de riesgo muy importante en el caso de las mujeres con este tipo de estructuras, asumir en solitario el proceso de maternidad.
Asimismo nuestra intervención clínica dentro del encuadre de “atención en crisis “con mujeres que están viviendo estos estados psicopatológicos se basan en el uso de herramientas clínicas tanto de tipo cognitivo como neuromuscular y energéticas a través de una relación terapéutica propia y específica para estos casos donde facilitemos la toma de contacto con la realidad, la recuperación de la funcionalidad neurohormonal y del funcionamiento perceptivo. Hay que ayudar a recuperar el “contacto interno yoico”, el “impulso vital” y la “falta de contacto vincular( “instinto maternal”) relacionado con su función materna que se dan en mayor o menor medida en ambos síndromes.

-En cuanto que algunas variables de los ecosistemas familiares, si lo hay, pueden ser los moduladores de estrés actuales que desencadenen las crisis descritas a las mujeres con estas estructuras, pensamos que es también muy importante tener una entrevista con la pareja ( núcleo del ecosistema familiar) o con las personas que vivan con la mujer, durante los primeros meses de embarazo y hacer un seguimiento manteniendo una sesión cada mes o cada dos meses durante todo el embarazo y el posparto. Entre las variables de riesgo estarían las relaciones de pareja “fusionales” donde se establecen dinámicas maternofiliales o paternofiliales entre los miembros de la pareja con fuerte dependencia afectiva y cotidiana, y la relación de pareja donde existe una convivencia fría y distante con una ausencia de contacto afectivo y sexual entre los miembros de la pareja. Estos dos tipos de relación conectadas a las dinámicas históricas de la mujer con estas estructuras puede gatillear y reactivar dinámicas inconscientes durante el embarazo y el parto que se manifiesten de forma sintomática en el posparto.

Por ejemplo, se puede reactivar el vacío histórico consecuencia de la falta de vínculo primario a partir del parto de su bebé en cuanto que deja de sentirse “acompañada”.
De hecho hay señales que se manifiestan durante el proceso de embarazo que pueden estar reflejando alguno de estos conflictos subyacentes y, por tanto el riesgo a que se desencadenara la crisis puerperal. Una de estas señales aunque parezca paradójico son los embarazos que son vividos “triunfalmente” con una gran ostentación, muy “plenos” con sensaciones “maravillosas”. Estos estados pueden estar cubriendo la sensación de vacío que en general viven y que al no sentirlo se sienten “como nunca”,pero es debido al aumento de carga energética y los cambios neurohormonales del embarazo y que al ir desapareciendo con el posparto pueden desencadenar esa situación “depresiva” porque la mujer toma conciencia real de lo que es el vacío, el cual, siempre lo había sentido en su interior de forma más o menos virulenta, no había tenido la posibilidad de contrastarlo al ser siempre el mismo estado .Y por otra parte se reactiva la necesidad de ser cuidada y atendida ,lo que se suele llamar “regresión”.Incluso se puede generar esa escisión, no reconociendo al bebé porque se proyecta en él el motivo de su nuevo vacío y de su sufrimiento ,desplazando el odio contenido cuyo origen eran figuras afectivas históricas, hacia el bebé. Por el contrario, y con la misma lógica funcional puede ser una señal de riesgo los embarazos vividos de forma fría y mecánica, sin ningún tipo de reacción emocional, incluso sin reacciones ni sensaciones físicas hasta bien avanzado el embarazo.

En síntesis, lo que evidenciamos con nuestro trabajo es que, en la mayoría de los casos las crisis puerperales depresivas o psicóticas se pueden prevenir evitando el sufrimiento de la mujer, del bebé y de todo el ecosistema familiar. Asimismo hemos observado que estas crisis si se abordan pronto tienen un buen pronóstico siempre que se haga con los medios descritos y no solamente con medicación teniendo siempre presente que el abordaje debe de ser de todo el sistema para que al mismo tiempo que hacemos un abordaje clínico estemos desarrollando una acción preventiva al palíar, en la medida de lo posible, las repercusiones que todo esto tiene en todos los miembros del ecosistema familia, principalmente en los bebés.

Xavier Serrano Hortelano es Director de la Escuela Española de Terapia Reichiana (ESTER)

Mas informacion:
www.esternet.org/xavierserrano

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