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Por Lic. Teresa Meinardi Mozej y Lic. Elena Weintraub

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"Donde exista el desafío de un joven en crecimiento, que haya un adulto para encararlo...".
(D. W. Winnicott)



A continuación, un diálogo entre una adolescente de trece años y su madre:
-N: "mamá, mañana voy a llevar los papeles para anotarme en el secundario. Pero vos no vayas, voy sola". "hasta mañana, cuidate".
Madre: "hasta mañana, vos también cuidame".
N: "un beso, mami . Te llevo siempre en mi corazón".

Sueño de la madre, esa misma noche:
"Soñé que yo tenía cáncer y me iba a morir en poco tiempo. Estaba
mi madre y mi hija". Yo ya había hablado con N sobre mi muerte y
sobre que ella siempre me iba a tener en su corazón. Con mi madre no
sabía qué decir, pero ella ya sabía. "Finalmente llegaba el momento: yo comenzaba a sentir frío". "alguien había abierto la ventana y mi mamá pedía que la cerraran. Yo decía: "tengo frío". Mi mamá me abrazaba. Yo le decía palabras de verdadero y profundo amor, de mucho agradecimiento por haber sido mi madre, y cerraba los ojos". Sentía el amor y el abrigo de ella. Ya no hacían falta palabras. También sentía un inmenso dolor por esa muerte prematura, principalmente por N, por dejar a N.
Era el fin. "De pronto, ya no sentía miedo a la muerte. Sentía una inmensa paz. Pensaba en mi hija, en que mi vida iba a terminar a los treinta y pico de años, en mi mamá, en que yo no iba a envejecer, .... y lo peor era que no se podía hacer nada".

En su texto "Conceptos contemporáneos sobre el desarrollo adolescente
y las inferencias que de ellos se desprenden en lo que respecta a la Educación Superior", Winnicott nos propone: "donde exista el desafío de un joven en crecimiento que haya un adulto para encararlo".
Define dos necesidades básicas de todo adolescente: la de desafiar en un medio en el que se atienda a su dependencia y la de aguijonear una y otra vez a la sociedad para poner en evidencia su antagonismo y poder responderle de la misma manera.
Cada adolescente está en vías de transformarse en un adulto responsable, preocupado e interesado por la sociedad. Mientras tanto está embarcado en una lucha: la lucha por sentirse real. Por eso no acepta soluciones falsas. No se conforma con encontrarse a sí mismo. Su búsqueda también abarca a la sociedad en su conjunto. Tiene por lema "sé fiel a ti mismo".
Una vez que puede admitir que transigir es una actitud permitida,
tal vez descubra diversos modos de suavizar la inflexibilidad de las verdades esenciales.
Todo adolescente atraviesa por una fase de desaliento malhumorado,
durante la cual se siente fútil. Busca una forma de identificación que no lo traicione en su lucha por lograr una identidad, por sentirse real. Se resiste a amoldarse a un rol asignado por los adultos y elige en cambio, pasar por todas las experiencias y procesos necesarios.

Winnicott resume estas necesidades de los adolescentes: la necesidad
de evitar la solución falsa, de sentirse reales o de tolerar el no sentir absolutamente nada.

El adolescente se caracteriza por su inmadurez. Este es un rasgo esencial de salud. Posibilita su espontaneidad, su expresión creadora.

Mientras el joven se encuentra en crecimiento, los padres deben
hacerse cargo de la puesta de límites y de la responsabilidad .
Deben responder al desafío en lugar de intentar curar lo saludable.
Lo mejor que pueden hacer es sobrevivir sin abandonar ningún principio importante.
El adolescente no alcanza su riqueza personal si se evita la lucha.
Delegar la responsabilidad de esta confrontación es traicionarlo en
un momento crítico. La rebelión juvenil corresponde a la libertad que se le ha otorgado, al educarlo de tal modo que exista por derecho propio. Cuando el adolescente triunfa demasiado pronto, cae en su propia trampa. Se convierte en dictador y espera ser muerto, (al igual que Edipo). no por sus hijos, sino por sus pares. La paradoja en este momento del desarrollo es la de no entregarle una responsabilidad que no le corresponde aunque luche por ella. Si los padres abdican, si evitan la lucha, el joven saltará a una falsa madurez, obstaculizando el acceso a la transicionalidad.

Así como el niño requiere de la pareja de crianza como el ambiente
facilitador para acceder a la transicionalidad, el adolescente en su salida exogámica necesita que los adultos y la sociedad toda, en su conjunto, funcione como sostén para consolidar su sentimiento de persona.

Desafío adolescente: ¿y los adultos dónde están?...

A partir de las consideraciones anteriores y tomando en cuenta
nuestro contexto sociocultural nos preguntamos dónde están los adultos hoy y qué significa ser adulto.

Nuestra sociedad transita actualmente por una crisis profunda. Los
cambios socioculturales acaecidos en las últimas décadas afectaron a
adultos y adolescentes por igual. Las presiones constantes a las que nos vemos sometidos y la inseguridad general nos enfrentan en este momento a tensiones que pueden desbordar nuestra capacidad de respuesta.
Los adolescentes por su parte, necesitan un marco de estabilidad y
contención desde los adultos para vivir libremente sus propios cambios.

¿Es posible para el adulto, en este contexto de cambio y crisis responder al desafío adolescente?...

El adulto quedó privado de la autoridad que le confería su rol y
desilusionado de los modelos de sus propios padres, se convirtió en
alguien vacilante, sin principios ni valores relativamente firmes que pudieran servir de identificación al adolescente.
Hoy, para nuestra sociedad de consumo, la adolescencia en sí misma
es un modelo a imitar. Música, lenguaje, vestimenta, usos y costumbres, quedan uniformadas en adolescentes y adultos, rompiendo las barreras intergeneracionales. El adolescente se encuentra así, sin un límite claro, sin adultos con quienes confrontar, rebelarse, discriminarse para finalmente adquirir su propia fortaleza y su identidad. Al borrarse esos límites entre las generaciones, el joven busca cada vez más intensamente nuevas modalidades de discriminación de los "viejos", pero esta vez más auto o heteroagresivas.
Tatuajes, piercing, nuevas drogas, actos violentos, accidentes graves, pueden ser la expresión de intentos de diferenciación a los que se ven forzados los adolescentes para no mimetizarse con los adultos.

Vemos hoy frecuentemente una gran mayoría de adultos que experimenta
rechazo frente al rol que le toca vivir ya sea por miedo a equivocarse, por comodidad, por convicción, por temor al envejecimiento y prefieren dejar al adolescente librado a sus propias regulaciones. Muchos adultos, presos de grandes contradicciones, oscilan permanentemente entre el autoritarismo feroz y el laissez-faire dejando al joven desconcertado y angustiado.
Padres, docentes e instituciones suelen ser, en lugar de marcos de
sostén y contención en los que el adolescente se puede apoyar para
tomar la fuerza que necesita, marcos debilitados, inseguros y dubitativos que no pueden contener el impulso juvenil.

Como profesionales de la salud y educadores, consideramos imprescindible debatir estos temas en grupos de adultos para fortalecernos, afirmarnos en nuestras convicciones, intentar superar la crisis de autoridad y de identidad en la que hemos caído, para poder cumplir el rol de adultos que nuestros jóvenes necesitan y salir a la vez del abandono y desamparo en el que muchas veces se encuentran sumidos.

Ambas autoras son Docentes de la Facultad de Psicología, U.B.A.