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11 DE DICIEMBRE DE 2006 | INCONSCIENTE Y ESCRITURA

Cómo escribe el sueño

Tempranamente Freud vinculó deseo inconciente y escritura. Ya en 1895, en su Estudio sobre la Histeria, afirmaba que el síntoma es una escritura, análoga a la escritura jeroglífica, y anhelaba descubrir un documento bilingüe que le permitiera descifrar el alfabeto de los síntomas conversivos.

Por Adrián A. Dambolena
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Freud se descubría analfabeto, y al mismo tiempo la neurosis se revelaba como una lengua.

Ese mismo año hará manifiesta en una carta a Fliess su conjetura sazonada en el registro e interpretación de numerosos sueños, de que el sueño es una realización de deseo del soñante. Abría así la vía regia para el conocimiento del deseo inconciente, y en su esfuerzo por darle caza, tropezó con el suyo: el Herr Doctor dejaba su lugar al intérprete.

Tiempos de escritura. Escrito el Herr, cifra del deseo inconciente, Freud reanudará la escritura interrumpida de su "Gran sueño", Die traumdeutung. Letra caída del "personaje médico" y anudada al nombre hará escrito.

Es por la hiancia inconciente que la letra se abre al significante alojando a un sujeto entre dos, produciendo un nuevo escrito, letra que hace surco en lo real modificándolo.

Letra y origen se conjugan. En el origen es la letra como marca conmemorativa del objeto perdido. Pero la letra no es destino, hay posibilidad de volver a re-escribir esa pérdida.
Así como la piedra roseta esperó su Champollión que la descifrara, el sueño esperó muchos años hasta que Freud lo hiciera escrito cifrado del deseo inconciente. El sueño ya no es el mismo después de Freud.


Notas sobre el origen de la escritura

Freud comparó al sueño más con un sistema de escritura que con una lengua. Descubrió en la escritura en imágenes de las antiguas civilizaciones una semejanza tal que lo condujo a afirmar que el sueño es un sistema de escritura análogo a la escritura jeroglífica. Desde esta fuente se nutrió para descifrar el rebús del sueño.

La escritura jeroglífica está compuesta por logogramas y fonogramas. Los primeros son unidades pictóricas que despiertan la idea de un objeto, como por ejemplo lo son el dibujo de un ojo, de una vasija o de un pájaro. Cada uno de estos signos-imágenes pueden representar una o más palabras, ya sea literal o simbólicamente. El signo sol, que en la escritura jeroglífica egipcia es un círculo con un punto en el medio puede significar literalmente al sol, pero también puede representar simbólicamente el día. El logograma, más popularmente conocido como ideograma, se presenta muy próximo a la imagen del objeto, pero deviene tal, es decir, logograma, a medida que "pierde, borra, cada vez más ese carácter de imagen", esto quiere decir, que borra la relación de parentesco con el objeto que designa para ser polífono.

El jeroglifo no solamente soporta recursos ideográficos, como en nuestro ejemplo, el sol, que puede representar literalmente al sol y simbólicamente al día, sino que además puede ser soporte de recursos fonográficos, esto es, sirve como soporte fonético de una o más sílabas, y también de una letra, conformando un verdadero alfabeto, aunque este último recurso fue poco usado por los egipcios, presumiblemente porque nunca abandonaron la escritura jeroglífica, esto es, el apego a la imagen del objeto. El jeroglífico puede ser entonces, tanto logograma como fonograma.

Vemos, entonces, que la escritura jeroglífica además de ser ideográfica es silábica, el ideograma puede ser soporte de una o más sílabas y por homofonía puede designar más de un término. Cesto y señor se pronuncian igual, con lo cual puedo dibujar una cesto, para decir señor. Pero también por transferencia fonética puedo combinar ideogramas por su valor fonético y así formar un rebus. Un ejemplo clásico en nuestra lengua sería dibujar un sol junto a un dado para designar sol-dado. La grafía entonces pierde su valor de significado y su conección al referente para designar un sonido silábico. El sentido es efecto de una combinatoria de signos que soportan sílabas.

Recapitulando. Podemos situar, grosso modo, dos momentos en el origen de la escritura.

  • El primero, lo podemos llamar semasiográfico o pictográfico. Es un tiempo de transición hacia la escritura propiamente dicha, que va de la pintura a la letra. A partir de un dibujo, al modo de composición alegórica, hago pasar un mensaje. El dibujo es la representación figurada de un acontecimiento, compone una totalidad que "intenta graficar el sentido de una frase". Ejemplo de ello es la paleta del rey Narmer, donde representa la conquista de éste a un país vecino. Un halcón, que simboliza al rey, "sostiene con una pata una cuerda que pasa por los labios de una cabeza humana, lo que quiere decir que el rey Narmer lleva prisioneros a la gente del país conquistado". A esta escritura se llama escritura sintética. "La escritura propiamente dicha va a aparecer cuando se fragmente la frase y se intente graficar cada unidad del mensaje".

  • El segundo momento podemos llamarlo jeroglífico, que ya es una verdadera escritura. El logograma se comporta como unidad del mensaje, pero todavía está motivado por el aspecto del objeto, contiene elementos icónicos que irá perdiendo progresivamente. El logograma del sol se parece al sol, pero se aleja del referente cuando pasa a simbolizar el día. Y más aún cuando pasa a ser soporte de una o más sílabas y entrar en transferencia fonética para escribir sol-dado. La grafía pierde su valor de significado y su relación al referente, aunque mantiene parcialmente la proximidad con la imagen del objeto.

    La escritura cuneiforme, usada por los asirios, medos y persas, usa caracteres que parecen cuñas o clavos diversamente combinados para escribir una frase. En esta escritura la grafía pierde por completo su carácter de imagen y es muy difícil retrotraerse al referente. Son trazos que en su origen fueron figurativos, pero ahora son, al decir de Lacan, un "figurativo borrado".

    Entonces, un sistema de escritura se define por un doble borramiento, el signo-imagen borra el objeto real, el trazo hace desaparecer al objeto aunque no asegura la separación con el objeto, y éste es suceptible de retornar en el trazo. Para los egipcios trazar una imagen, por ejemplo, del león, es desalojar el "Ka", el "espíritu" del león. Pero como éste podía querer retornar y volver a ocupar la imagen que lo desalojó, en virtud de ciertas consideraciones estéticas, como la de ser "agradable a sus ojos", o por ser "entera", se la "truncaba" para así desalentar el retorno del espíritu.

    El segundo borramiento es el de la figurabilidad. El trazo pierde su figurabilidad y la relación al objeto. Nace el significante. La escritura comienza cuando el signo, del que se trate, puede ser recortado y combinado como soporte fonético, ya no como vehículo de significado. Como partícula combinada es creadora de sentido.

    Freud descubrió que el sueño trataba a las palabras como cosas, sin miramientos por el significado originario que le otorga la lengua, es decir que las trataba en su materialidad, como soporte fonético, que podían ser recortadas, y combinadas de múltiples maneras. A la labor de composición del texto del sueño Freud la llamó el trabajo del sueño, que "no piensa, calcula, ni juzga, sino que se limita a transformar", fracturando la relación lexical, devolviéndole a las palabras su facultad equívoca y su potencialidad creadora de sentido.

    Si el sueño, como enseñó Freud es una escritura sobre ella es susceptible de aplicársele el principio de los dos borramientos. Pero para nosotros que no somos lingüistas, nos interesa la escritura de otro modo que la de ser un canal de comunicación. La escritura en psicoanálisis tiene que ver con escribir de otro modo el goce.

    El sueño es una escritura que articula el deseo, es ciframiento del deseo a significar en la interpretación. La letra del sueño está en suspenso. Es una cifra a descifrar, o mejor, al descifrar se cifra. Como letra cifrada ya es evacuación del objeto, aunque como anticipamos, puede retornar.

    Spinoza decía que la palabra perro no ladra, pero de esto no podemos estar tan seguros. Habría que preguntarle a Juanito si la palabra caballo no muerde. Para Juanito el caballo no es un caballo, es un trazo que dice de un goce del Otro que lo traga. O preguntarle a aquel niño que había constituído como objeto fobígeno a la gallina en el célebre caso clínico de Helene Deutsch. Esa letra dicha por su hermano mientras jugando lo montaba: "Tu eres la gallina yo soy el gallo", desencadena la fobia. "Gallina" es una primer cifra, es "transcripción de un goce hacia el símbolo", escribe el lugar que el niño tiene para el Otro materno y el encierro en su ser. Pero allí esa letra no funciona como litoral entre saber inconciente y goce de objeto, mas bien lo monta al sujeto, lo goza. Es la función paterna la que hace de la letra litoral, liberando al niño del goce materno tomándolo a su cargo, y articulando letra y significante.

    La pesadilla plantea un interrogante en razón de su abrupta interrupción del sueño. Un joven sueña que está en el cine viendo una película. Sobre la pantalla se proyecta un ojo enorme. Este rompe la pantalla y se dirige a él amenazante. Cuando está por aplastarlo se despierta. No es lo mismo un ojo que acosa que el ojo, evacuado del objeto, diga de la sujeción a la mirada del Otro que lo aplasta causando el saber inconciente.

    Allí el objeto retorna rompiendo la pantalla, imposibilitando que el sueño opere como superficie donde se escriba la pérdida del objeto y cifre el deseo del soñante. El sueño produce un primero borramiento dejando el objeto real afuera. La interpretación hará de la letra escrita significante que represente al sujeto, produciendo así un segundo borramiento, despojando a la letra de su carácter unívoco, y propiciando la escritura de otra letra que hará surco en lo real del goce.

    La permeabilidad de la letra

    Una joven organiza su discurso en un síntoma: no llega a la penetración sexual. Igual destino corren las intervenciones de su analista: no la penetran. Impenetrable, sus agujeros están cerrados: casi no habla, no escucha. Cuando habla sentencia, lo que dice es inequívoco, dictamina que no hay otra versión que la suya. A su madre la llama "la jueza".

    El cifrado de un sueño la pone a salvo de la voz del Otro. Sueña con una madre que le pone un impermeable a su hija para que no se moje. Otro fragmento del sueño la figura llevando una hija a la altura de su vientre. Finalmente figurará la caída de esta hija del cuerpo de la madre en un sanatorio. La asociaciones hablaran del contenido sexual del mojarse y de la penetración sexual, del esperma que hay en permeable, y también de un parto.

    Por un lado el sueño figura su anhelo de maternidad, uno de los destinos normativos de la feminidad. Pero también dice del parir-se, inflexión que habla de la parición del sujeto del cuerpo del Otro.

    La letra que escribe el síntoma en el cuerpo como signo, es renuente a la articulación significante, es "una traza que no ha perdido su figurabilidad". En el sueño, a diferencia que en el síntoma, la letra hace texto, y entra en comercio asociativo, no está aislada, pero esto de por sí no asegura la apertura hacia el significante. El sueño es vía regia, no es el inconciente.

    El sueño escribe im-permeable, intervalo que no hay entre una madre y una hija. Pero inseminada por el falo la letra es-perm(e)able, recuperando lo real del intervalo significante.

    El síntoma en su cara simbólica, como el sueño, es un letra en suspenso –lettre en souffrance- que llama al significante. La letra está disponible para el sujeto cuando se abre a lo simbólico vía interpretación.

    No es lo mismo la letra que llama al ser, ontologizando al sujeto, que la letra funcione caída del goce que portaba metaforizando al sujeto. No es lo mismo, en nuestra joven, que la impenetrable la constituya, confirmando su ser del Otro, a que la represente.

    Mas informacion:
    www.efba.org

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